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Guillermo Domínguez

De 'paradinhas' y 'pepsimistas'

Estoy cansado de escuchar el disco rayado de Guardiola. "Esta Liga no la vamos a ganar", "la Liga es imposible"... ¡no se oía algo tan monótono desde el 'Ai se eu te pego' de Michel Teló! No cuela su falso 'pepsimismo'.

Me viene al pelo el título de la entrada del blog El penúltimo raulista vivo del 6 de marzo de 2010 –No está el horno para paradinhas– para encabezar el resumen de esta loca semana futbolera que dejamos atrás. Habló en aquella ocasión Juan Manuel Rodríguez, espejo del periodismo en el que uno debe mirarse, de cómo la International Board se dedicó a estudiar ese lance concreto de los lanzamientos de penalti mientras dejaba en el limbo otros asuntos más relevantes, algunos de ellos referidos a la educación en los estadios. Dos años después, quien esto escribe se permite la licencia de darle al término paradinha un nuevo concepto que en nada tiene que ver con lo anterior: "Dícese de las maldades cometidas por el árbitro José Luis Paradas Romero durante el Villarreal-Real Madrid, que acabó con empate a un gol".

Efectivamente, no está el horno para más paradinhas. No caben en esta Liga más actitudes perniciosas de Paradas Romero, en particular, y de esos señores de negro con silbato, en general. Y mucho menos con la alevosía que mostró el andaluz, cuya actuación acabó resultando decisiva en el resultado del partido de El Madrigal.

Rojas a diestro y siniestro, una falta que no fue y que derivó en el gol de Senna, amarilla injusta a Pepe, expulsión cuanto menos sospechosa de Özil, permitir que Marco Ruben siguiera en el campo cuando, con más de media hora por delante, debió echarle por doble cartulina... Demasiados puntos negros por parte de un actor del juego que no debería tener tanto protagonismo. Para que luego no se me tache de aquello o de lo otro y, sobre todo, en honor a la verdad, he de admitir que Paradas también perjudicó al Villarreal al escatimarle dos penaltis cometidos por Arbeloa. Pareció ir predispuesto el árbitro a El Madrigal, donde el Madrid acabó sufriendo un nuevo tropiezo que le merma la ventaja sobre el Barcelona al ceder cuatro puntos en apenas 72 horas.

Pero la culpa no es sólo del empedrado. Mourinho y sus jugadores también deberían hacérselo mirar: el técnico, por su planteamiento rácano –el dichoso trivote– ante un equipo que lleva meses coqueteando con el descenso; los segundos, por su negligencia sobre el césped, dejando escapar un partido que tenían controlado y en el que acabaron con nueve y pidiendo la hora para no encajar otro gol que le complicara un poco más la Liga.

Enrabietado por todo lo acontecido, el Madrid salió con bríos renovados tres días después ante una Real Sociedad que acabó pagando los platos rotos en el Bernabéu, donde no cabían más traspiés –se percibe trémula aún la portería de Casillas una semana después del cazorlazo–. Dos goles de Cristiano, otros dos de Benzema y uno de Higuaín ante el perfecto convidado de piedra. No estuvieron los sancionados Pepe y Özil –sobre el césped–, ni Mourinho y Rui Faria –en el banquillo–, pero sí jugó Sergio Ramos contra todo pronóstico porque el Comité de Competición le perdonó. Se puede decir que a los blancos les salió hasta barato en los despachos el episodio de locura colectiva en Castellón. Había perdido los papeles el líder, sí, pero de ahí a "incitar la violencia" o practicar la "túnel borroka", como asegura El País en su delirante editorial, media un abismo.

En definitiva, goleada a una floja Real y tres puntos más al zurrón para lamer las heridas. Sigue el Real Madrid con la ventaja de seis sobre un rival que viene apretando fuerte por detrás. Por mucho que su entrenador se empeñe, día sí y día también, en vendernos que tienen el título de Liga "imposible", ahí están las posibilidades reales de un Barça fortísimo, que encadena siete victorias en el campeonato doméstico.

¿Qué quieren que les diga? Estoy cansado de escuchar el disco rayado de Guardiola. "Esta Liga no la vamos a ganar", "la Liga es imposible", "no vamos a remontar la desventaja"... ¡no se oía algo tan monótono desde el Ai se eu te pego de Michel Teló! No cuela ese falso pepsimismo. Hasta Karanka, él siempre tan correcto, reconoció abiertamente lo que el madridismo opina en casos como estos del hijo predilecto de Sampedor: "Muchas veces se dicen cosas que no se piensan". Resumiendo que es gerundio: lo de haber tirado la toalla –lo lleva diciendo Pep desde hace un mes, tras la victoria en el Vicente Calderón– y dar el título por perdido, no se lo cree ni él.

Los jugadores azulgranas, mientras tanto, a lo suyo en el verde, que al fin y al cabo es donde se cuecen las habichuelas. Messi y compañía no engañan a nadie. Ganaron el martes a un Granada que llegó a soñar –y con el cuadro andaluz, el madridismo entero– durante cinco minutos, el día en que la Pulga se convertía en el máximo anotador de la historia del Barça, superando el récord del mítico César. Y también lo hicieron el sábado, con algunos apuros más, frente al Mallorca.

Del resto de estas dos jornadas tan concentradas me quedo con la bipolaridad del Atlético, que pasa en un tris de la euforia, tras su buena segunda parte en el Calderón ante el Athletic, a la más pura depresión, como demostró este soleado domingo en La Romareda. El equipo corre más con Simeone, pero poco más. Sigue siendo tan gris como con Manzano. El caso es que al final la Virgen del Pilar se le apareció al Zaragoza y el gol de Apoño, transformando un penalti demencial de Godín en el último suspiro, le permite incluso soñar con la salvación. ¡Quién se lo iba a decir a los maños hace un par de semanas!

Pierde comba el triste Valencia de su triste entrenador Emery, quien había prometido devolver los pañuelos a los bolsillos, e incluso ve cómo el Málaga, en el mejor momento de la temporada, le alcanza en la clasificación, mientras que el Levante y Osasuna, llamados a cotas menores en el mes de agosto, siguen teniendo motivos para presumir: tras el objetivo de lograr la permanencia casi de forma matemática, se permiten el lujo de acostarse en el lecho europeo. Y de momento no hay guapo que les despierte del sueño.

Un equipo que debería ocupar esos puestos, el Athletic de Bilbao, sigue atascado en La Catedral. Quizá porque está más pendiente de su inminente duelo contra Raúl en Alemania. Un punto de nueve posibles es un bagaje deprimente para los leones de Bielsa: derrota ante el Valencia, en el Calderón y empate ante el Sporting de Javi Clemente.

Si el fútbol le ha dado alegrías a unos y decepciones a otros, lo que ha provocado un estallido de júbilo en casi todos los aficionados españoles –no en todos, pero sí en la inmensa mayoría– es el triunfo de Fernando Alonso en Malasia bajo la lluvia. Ha sido otro carrerón para enmarcar del asturiano, que además pasa a liderar el Mundial. Más mérito aún con el coche que le han dado en Ferrari. Dijo Fernando el sábado que tendría alguna posibilidad en seco, pero lo que hemos visto en Sepang le ha quitado la razón. Porque cuando llueve se reducen las diferencias entre los coches y lo que prima es el piloto, el hombre sobre la máquina. Y Alonso, ahí, sencillamente es el mejor. ¡Imagínense lo que podría hacer con un McLaren o un Red Bull!

Descansan los coches en boxes durante tres semanas –el próximo gran premio será el 15 de abril en China– pero rugen las motos, que se preparan para la primera carrera del año, el próxima día 8 en el circuito qatarí de Losail. Si no hay sorpresas, será una nueva lucha de poder entre Jorge Lorenzo, Dani Pedrosa y Casey Stoner.

Las malas noticias nos llegan desde el otro lado del Charco. Después de la lesión en la rodilla izquierda de Ricky Rubio que le impedirá disputar los Juegos Olímpicos, otro español de la NBA también dice adiós a la temporada, en este caso por unas molestias en el espalda. Se trata de Rudy Fernández, quien al menos sí podrá estar en la cita de Londres.

Y ojo a lo que viene esta semana, con los partidos de ida de cuartos de final de la Champions: APOEL-Real Madrid y un Milan-Barça muy prometedor. Y el jueves, los encuentros de la Liga Europa con tres equipos españoles en liza: Schalke-Athletic, AZ Alkmaar-Valencia y Atlético-Hannover.

Al margen del fútbol, hay que destacar la Euroliga de baloncesto –el Barça lo tiene todo de cara para eliminar al Unics Kazán y jugar la Final Four, mientras que el Gescrap Bilbao debe remontar un 2-0 ante el potentísimo CSKA de Moscú– o el Masters 1000 de Miami –dos meses después de su último enfrentamiento, nos pirramos por otra final entre Nadal y Djokovic–, entre otros eventos marcados en rojo en el calendario.

Mientras tanto, mejor nos relajamos todos un poquito y guardamos fuerzas, que las vamos a necesitar. Nos enchufamos a un catéter de tila y nos preparamos para tanta emoción fuerte. Sigamos pegados al monitor porque aquí, desde Libertad Digital, seguiremos (des)informando. Que sea lo que Dios quiera...

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