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Guillermo Dupuy

Ibarretxe rechaza la oferta de negociación de ZP

¿Acaso no es el plan de Patxi López, tanto como una estrategia electoral, un claro intento de negociación y acercamiento a las posiciones de los nacionalistas?

En lugar de dedicarle cerca de cuatro horas de negociación, ya podía habérselas ahorrado ZP decidiendo no recibir al lehendakari mientras este fuera del brazo de una ensangrentada e ilegal propuesta de ruptura nacional que lleva el expreso respaldo de una organización terrorista que ha asesinado a casi un millar de españoles. Ese tiempo que ZP se habría ahorrado, y ese bochorno que nos habría evitado a los españoles que todavía no confundimos la claridad y la firmeza con el mal talante.
 
No haciéndolo así, surgen además las dudas de que efectivamente sea verdad lo que el Gobierno, a través de su vicepresidenta, nos ha querido hacer creer nuevamente tras las más de cuatro horas que ZP le ha dedicado al lehendakari: Que el Gobierno no piensa negociar. Esas dudas vienen a unirse a las que ya habían surgido del hecho de que el PSOE, en lugar de impugnar el Plan ante el Constitucional o rechazarlo a trámite parlamentario, prefiera debatirlos y votar que “no”, llegado el caso, sin que el máximo Tribunal tome cartas en el asunto.
 
Tras rehuir ese mucho más claro compromiso en defensa de los valores constitucionales, el anunciado “no” del Gobierno al Plan Ibarretxe se devalúa todavía más si tenemos presente que, en lugar de haberlo afrontado haciendo un piña con el PP, ZP ha dado su visto bueno a que los socialistas vascos propongan también una reforma del Estatuto en el que también se afrenta a la unidad nacional y que tiene imposible encaje constitucional, si no se procede a una reforma de nuestra Carta Magna. ¿Acaso no es el plan de Patxi López, tanto como una estrategia electoral, un claro intento de negociación y acercamiento a las posiciones de los nacionalistas? Que ETA no respaldara esta negociación no sería, en modo alguno, señal suficiente de su legitimidad, de la misma forma que el Plan Ibarretxe seguiría siendo inaceptable por mucho que ETA se hubiera abstenido por considerarlo insuficiente.
 
Por otra parte, ahí está el claro respaldo que ETA ha ofrecido en sus comunicados a la forma escogida por los independentistas catalanes para contribuir a la “crisis del Estado español”. ¿Y no hay, acaso, un entendimiento entre socialistas e independentistas catalanes, con el beneplácito de ZP, para llevar a cabo una reforma del Estatuto que proclame a Cataluña como nación?
 
Tras esta claudicante actitud que el presidente del gobierno está dispuesto a mantener, ¿hay que sorprenderse porque Ibarretxe mantenga el pulso tras la entrevista? Si de algo tenía que haber informado ZP al lehendakari —y de paso, a los españoles— es de lo que el Gobierno está dispuesto a hacer si los nacionalistas vascos no hace caso al “no” de las cortes generales, no en volver a hablarnos de una negativa de la que ya todos teníamos conocimiento. ¿Y aun pretende hacernos creer ZP que ni ha estado ni está dispuesto a negociar?

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