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Guillermo Dupuy

¡Márchese Sr. Zapatero; véngase Sra. Merkel!

El legítimo "márchese señor Zapatero" se convierte de esta forma en una inadmisible excusa para que Rajoy no tenga que demandar al presidente del Gobierno lo que tiene que hacer en caso de no querer, tal y como parece, anticipar las elecciones.

Aunque seamos muchos los que consideremos que la salida de Zapatero del Gobierno no es condición suficiente pero sí necesaria para que podamos divisar un horizonte de auténtica recuperación económica, lo cierto es que, con independencia de quién sea el que encabece las listas socialistas, el presidente del Gobierno parece empeñado en agotar la legislatura. De cumplirse sus deseos, y no los nuestros, eso significaría que aun nos queda un año, una cuarta parte de legislatura; terrorífico horizonte ante el cual el líder de la oposición no puede limitar su labor a pedir un adelanto electoral.

El caso es que hemos pasado, curiosamente, de un Rajoy que no se atrevía a pronunciar el "márchese, Sr. Zapatero" a un Rajoy cuya labor de oposición parece ahora limitarse prácticamente a pedir elecciones anticipadas. Buena prueba de ello lo constituye la cumbre de la UE de este viernes, ante la que Zapatero se presenta sin haber dado la mínima muestra de querer cumplir los compromisos adquiridos previamente ante Merkel y el resto de nuestros socios europeos. Tal es el caso de la prometida reforma destinada a ligar salarios y productividad o el de la limitación legal al descontrolado déficit y endeudamiento de nuestras autonomías.

El lider de la oposición le ha pedido a Zapatero en el Congreso, a principios de semana, que se fuera, pero no le ha hecho el menor reproche por no acometer ninguno de los compromisos adquiridos ante nuestros socios europeos. El legítimo "márchese señor Zapatero" se convierte de esta forma en una inadmisible excusa para que Rajoy no tenga que demandar al Gobierno lo que tiene que hacer en caso de no querer, tal y como parece, anticipar las elecciones.

La falta de crítica de Rajoy a la pasividad del Ejecutivo es aun más inadmisible si tenemos en cuenta la crisis portuguesa o la decisión de Moody’s de rebajar la nota crediticia nada menos que a 30 bancos y cajas españolas. El presidente del Gobierno, al igual que el líder de la oposición, se ha limitado al previsible "España no es Portugal". Y ciertamente España no es Portugal, pero eso no niega el hecho de que nuestro país es el mayor acreedor externo de Portugal y de que nuestra banca se juega en el país vecino la friolera de los 76.500 millones de euros.

¿A qué espera Rajoy? ¿A que sea Merkel quien le lea a Zapatero la cartilla? ¿Tanto miedo tiene Rajoy a detallar cuál es su alternativa? Que Zapatero considere suficientes los simulacros de reforma que ha llevado a cabo ya es lamentable; aún peor sería, sin embargo, que se lo pereciera al líder de la oposición. Y esa duda no se ha de disipar con un simple "quítate tú que me pongo yo".

El caso es que Zapatero no parece dispuesto a marcharse y lo peor es que, cuando lo haga, no va a ser Merkel la que lo sustituya.

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