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Guillermo Dupuy

Mariano conocido y Rivera por conocer

Rajoy sería capaz de prorrogar los Presupuestos y mantenerse en funciones –no otra cosa es su Gobierno– hasta 2020.

Dice el bueno de Pedro J. Ramírez que, "para el separatismo, más vale un Mariano conocido que un temido Rivera por conocer", y que, por eso, "el partido de Puigdemont y Esquerra Republicana terminarán pactando un Gobierno dentro de la legalidad" y el PNV "terminará apoyando los presupuestos del PP".

Si por "Gobierno dentro de la legalidad"Pedro J. se refiere a la urgente necesidad del separatismo catalán, tanto por razones políticas como financieras, de volver a un Gobierno autonómico no presidido ni integrado por personas con causas pendientes con la Justicia, tal y como –¡ojo!– fueron el Ejecutivo de Artur Mas y el de Puigdemont, no seré yo quien le discuta ahora al director de El Español su eufemístico pronóstico.

En cuanto a que "el PNV terminará respaldando los presupuestos del PP", tampoco es una perspectiva que discutiría a nadie, habida cuenta de que la indigna e inocua aplicación del art-ículo 155 ideada por Rivera, "el temido", y ejecutada por Rajoy no tenía más objetivo que tener nuevas caras en el Gobierno autonómico en Cataluña aun a riesgo de que este Gobierno siguiera en manos de los separatistas. El PNV dice que no apoyará los presupuestos de Mariano mientras esté en vigor el 155 por una "cuestión de principios", por lo que, desaparecido este, no hay que descartar, ciertamente, que los nacionalistas vascos –a los que Rajoy ya les adelantó el Cuponazo– vuelvan al cambalache. Un apoyo, ojo, sin el cual de nada servirá el respaldo de Ciudadanos a los Presupuestos. Y es que sin la abstención del PSOE, no lo olvidemos, PP, Ciudadanos y PNV están obligados a entenderse.

Con todo, Rajoy bien sería capaz de prorrogar los Presupuestos y mantenerse en funciones –no otra cosa es su Gobierno– hasta 2020. Y en cuanto a Rivera, no creo que los separatistas deban tener más razones para temerlo que no sea la de privarles de alguien tan irrepetible como este continuador de Zapatero bajo siglas del PP que todavía tenemos por presidente del Gobierno. Aun así, tampoco hay que exagerar respecto a las bondades de Rivera. El líder de Ciudadanos (como Rajoy) siempre se negó a suspender la Administración autonómica en rebeldía, a pesar de la antelación y la claridad con las que sus mandatarios golpistas habían anunciado la celebración de sus delictivas consultas secesionistas del 9-N de 2014 y del 1-O del 2017. Rivera tampoco en ningún momento propuso condicionar los fondos extraordinarios que el FLA destinaba desde 2012 a la Administración golpista a una retractación pública y un compromiso verificable de acatamiento al orden constitucional. El partido de Rivera en ningún momento se personó ante los tribunales contra los golpistas, como sí hicieron UPyD y, sobre todo, Vox. Eso, por no recordar que fue Ciudadanos el partido que tuvo la disparatada idea de invocar el artículo 155 no para suspender y someter a la Administración autonómica en rebeldía a largos años de cura constitucional, sino para convocar inmediatas elecciones autonómicas que liberasen a Rajoy de la desagradable y penosa obligación de hacerse cargo de esa parte de España.

Así las cosas, Rivera no debería resultar tan desconocido ni, desgraciadamente, tan temible para el nacionalismo. Claro que, comparado con Rajoy y Sánchez, cualquiera cosa es buena.

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