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Guillermo Dupuy

Posible sin Aznar, imposible con Rajoy

El Gobierno de Rajoy se estrenó con un empobrecedor incumplimiento electoral, y desde entonces no ha hecho sino degenerar.

El Gobierno de Rajoy se estrenó con un empobrecedor incumplimiento electoral y, desde entonces, no ha hecho otra cosa más que degenerar. Bien está que, aunque sea tarde y sólo parcialmente, Aznar se haya atrevido a denunciar la corrupción ideológica que caracteriza al actual Gobierno del PP, que algunos venimos denunciando desde el mismo momento en que Rajoy cumplió el compromiso electoral de Rubalcaba de pedir a Bruselas una moratoria en el cumplimiento de los objetivos de déficit, no sin antes haber cumplido sobradamente el compromiso electoral de IU de subir los impuestos.

La traición de Rajoy al ideario y a los votantes de su partido va mucho más allá de la política fiscal y estoy absolutamente convencido de que la opinión de Aznar respecto del Gobierno del PP es mucho peor aun y muy anterior a la que puso de manifiesto el pasado martes en Antena 3. En este sentido ¿qué habría dicho Aznar si le preguntaran por las declaraciones de Fernández Díaz en las que elogió la "ejemplar" gestión de sus antecesores socialistas al frente del Ministerio del Interior? ¿Qué habría dicho Aznar respecto del compromiso del PP de expulsar a los proetarras de las instituciones? ¿Qué habría dicho el expresidente de la persistencia de traductores de lenguas regionales en el Senado? ¿Qué habría dicho de la reforma del mercado energético? ¿Y del más inexistente plan hídrico nacional? ¿Consideraría Aznar, tal y como ha hecho el Gobierno, que la excarcelación de Bolinaga obedecía a un imperativo legal?

Por mucho, sin embargo, que celebre las valientes declaraciones de Aznar o las que vienen haciendo Esperanza Aguirre o Vidal Quadras, o por mucha esperanza que, también en el ámbito mediático, me haya transmitido la certera y última carta dominical de Pedro J., o la línea crítica que mantiene La Gaceta respecto de este irreconocible Partido Popular, no creo que la ansiada catarsis se produzca desde las instancias del poder. Más aun cuando un PSOE en descomposición no constituye riesgo de perderlo.

La vuelta del PP es posible sin necesidad de que vuelva Aznar pero imposible sin la marcha de Rajoy. Rajoy ha hecho de la herencia de Zapatero la excusa para imitar al que se la dejó. El carácter de Rajoy nos condena a la inercia y a la decadencia. Pese al aldabonazo de Aznar, todavía creo, como creía el año pasado, que

son muchos los que no son conscientes de que la principal neutralización de la derecha es el Gobierno de Rajoy. No quieren ver la continuidad del peor zapaterismo bajo las siglas del PP. Se niegan a reconocer que el partido que tradicionalmente abanderaba los principios liberal-conservadores en nuestro país ha sido, sencillamente, usurpado. Con Rajoy al frente, abandonad toda esperanza.

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