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Guillermo Dupuy

Sánchez ya puede ser ex presidente

Tal vez la marcha de Rajoy pueda permitir al PP volver a brindar representación parlamentaria a la derecha de nuestro país sin que ésta tenga que esperar a nuevas siglas y a nuevas elecciones.

Desde hace ya mucho tiempo considero que sólo la derrota podría traer la cura a un partido tan ideológicamente envilecido e irreconocible como el Partido Popular de Mariano Rajoy. Ahora bien, de la misma forma en que los socialistas han sido capaces de volver al Gobierno sin que los españoles pasemos por las urnas, tal vez la marcha de Rajoy pueda permitir al PP volver a brindar representación parlamentaria a la derecha de nuestro país sin que ésta tenga que esperar a nuevas siglas y a nuevas elecciones. Todo dependerá de que a Rajoy no sólo lo echen del Gobierno sino, sobre todo, del partido. Lo primero siempre fue condición necesaria para lo segundo, aunque ahora dudo de que sea suficiente para acabar con toda la traición al ideario del PP que ha supuesto y podría seguir suponiendo el rajoyismo.

En cualquier caso, y a la espera de ver si este irreconocible PP pueda o no tener cura y volver a ser un referente para el electorado liberal-conservador de nuestro país, podemos estar tranquilos y esperanzados durante este tiempo sin tener que sentirnos como damiselas horrorizadas a punto de ser violadas por los milicianos del Frente Popular. Con ese miedo van a jugar los que pretenden que los ciudadanos vuelvan a votar con los ojos y la nariz tapados a un PP que no ha hecho otra cosa que traicionarlos.

Además, Pedro Sánchez no pretende –y probablemente Bruselas no se lo permitiría– endeudar al país a mayor ritmo que lo ha hecho la impostada austeridad de Rajoy. Tampoco podrá superar en gran medida a su antecesor a la hora de incrementar la presión fiscal.

En otro orden de cosas, es dudoso que el nuevo presidente socialista quisiera o incluso pudiese excarcelar a más etarras y financiar más generosamente a la Administración golpista de Cataluña de lo que lo ha hecho Rajoy desde la Diada de 2012. Tampoco va a poder el nuevo presidente socialista superar a Rajoy a la hora de conceder inversiones y privilegios a los nacionalistas vascos.

El divorcio entre la España húmeda y la España seca se mantendrá como en los mejores tiempos de Rajoy y de Zapatero, tanto como el aborto o como la Ley de Memoria Histórica, aunque estos grandes males puedan aun agravarse en alguna medida.

No voy a negar, lógicamente, que la chusma separatista y comunista que le ha aupado a la presidencia con los peores resultados de su historia no vaya a plantear a Sánchez sus exigencias, pero dudo mucho de que este vaya a tener tiempo y ganas de satisfacerlas. Al fin y al cabo, lo que Sánchez se jugaba ante su tercera derrota electoral era algo más que su continuidad al frente del PSOE: era su continuidad en la política y muy probablemente el paro. Ahora no. Ahora ya puede tener pensión nada menos que de expresidente. El Consejo de Estado le espera tanto como a nosotros las urnas.

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