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Guillermo Rodríguez

Internet contra la barbarie

Dos millones de personas se conectaron a Internet durante las primeras horas de la mañana del ignominioso 11-M para informarse sobre la barbarie terrorista. Dedos indignados multiplicaron las tasas de consulta a Internet “hasta por ocho", informó el portavoz del Observatorio Español de Internet.
 
Al igual que el 11-S sirvió de examen para calcular la capacidad de respuesta de la Red como medio de comunicación, el 11-M madrileño ha supuesto la prueba de fuego para analizar la cintura de los medios de información digitales.
 
La gran mayoría pasó la prueba con nota alta. Renovó la información y encaró posibles saturaciones aligerando la home de fotografías y otros elementos que siempre retardan la navegación. El diario El Mundo fue el que mejor servicio prestó. Sus responsables se vieron obligados a quintuplicar el ancho de banda ante el incremento del número de visitas, contratiempo que esquivaron con excelente rapidez. El País tomó por primera vez la razonable decisión de permitir la consulta gratuita de todas sus noticias, y Libertad Digital fue uno de los primeros medios en ofrecer análisis sobre la repugnante masacre. ABC eliminó la publicidad e imágenes que restaban rapidez en la navegación. Una decisión similar tomaron los responsables de La Razón y la Estrella Digital. Lo complicado durante el 11 de marzo era encontrar en los medios digitales españoles una noticia que no estuviera relacionada con el atentado.
 
Sólo un medio suspendió. La versión digital del diario madrileño 20 Minutos destacaba en portada a las once de la mañana del 11 de marzo –tres horas después del suceso– que la Universidad pública cerraría por huelga y que el Real Madrid pasó “sudando” a cuartos de final de la Champion League. Ni una nota sobre el atentado. Lamentable, más aún en un medio cuyo centro de información es la capital de España.
 
Internet sirvió para informarse, pero sobre todo para descargar todas las ideas atropelladas, verter la incredulidad, el hastío, el hartazgo, la ira, la rabia, la desolación, la furia y los improperios. Los foros, los weblogs, los chats y los programas de mensajería instantánea fueron utilizados como canales donde desahogar todo el dolor que todos los ciudadanos de bien comparten.
 
Puede parecer una frivolidad analizar el comportamiento de Internet ante los ataques terroristas con los cadáveres aún calientes, con la rabia aún sin mitigar. Es posible. El que esto escribe al menos ha logrado olvidar durante unos minutos que habita en un mundo donde la barbarie está a la vuelta de la esquina, al superar el torno de la estación de cercanías o en la cafetería donde todas las mañanas desayuna.
 

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