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Guillermo Rodríguez

La industria del cine hace aguas

La gran mayoría de los usuarios que se bajan una película de la Red son aquellos que, generalmente, jamás irían al cine para verla

No termino de creerme la cifra que presentan los estudios de cine para justificar la campaña de denuncia y tente tieso que tienen previsto lanzar a partir del 16 de noviembre contra los usuarios de las redes P2P. Arguyen como justificación que la piratería les genera todos los años una sangría cercana a los 3.000 millones de dólares. Habría que recomendar por vigésima vez a la industria del cine y, por supuesto, a la de la música, que sean un poco más serias a la hora de aportar cifras. Porque la causa de que hayan dejado de ingresar en un año una nada despreciable cantidad de dinero no se debe sólo a la piratería. Si en el sector de la música tiene poco sentido recurrir a esta mentira, en el del cine lo tiene aún más.
 
La principal diferencia entre ambos sectores es que la música descargada libremente de Internet mantiene una calidad de sonido similar a la que se registra en un disco adquirirdo en una tienda. Sin embargo, con las películas no sucede lo mismo. Es cierto que todavía se siguen distribuyendo copias en las que puede verse en primer plano la cabeza de un espectador o, en el peor de los casos, a una persona que sufre incontinencia y acude al retrete cada media hora. Pero son las menos. Ahora la calidad de las películas que se distribuyen por las redes P2P poseen una más que decente nitidez de imagen. Los estrenos de la semana están disponibles generalmente a primera hora del sábado (si no antes) con una calidad cercana al DVD. Lo que siempre, o casi siempre falla, es el sonido, por debajo de una copia legal.
 
Esta diferencia no es baladí: la gran mayoría de los usuarios que se bajan una película de la Red son aquellos que, generalmente, jamás irían al cine para verla. Se conforman con estar al día a cambio de no pagar un céntimo por un producto francamente mejorable y no valoran el componente social que implica acudir a una sala de cine (palomitas, la cena posterior o la excusa para ir al centro comercial). Por eso, en la mayor parte de los casos son usuarios que no merman las arcas de los estudios de cine.

 
La Generación X, esa que auspició el escritor Douglas Coupland, falleció tiempo ha. La sustituyó la "Generación Y", que pasó sin pena ni gloria. Ahora, dice Yahoo!, ha surgido la "Generación I". I de Internet, claro. Supuestamente está integrada por muchachos cuya vida estaría justificada por la Red. Sin ella, simplemente, no podrían vivir. La propuesta lanzada por el portal tiene el mismo sentido que BMW auspicie la "Generación C", compuesta por aquellos que no saben vivir sin su coche, Telefónica idee la "Generación M", para quienes llevan el móvil como un apéndice más del cuerpo humano o Tele 5 abogue por la "Generación T", para los que copan sus escasos momentos de ocio con programas de televisión. Son sólo tres ejemplos. Hay más de mil.

 
La Policía de Noruega cerró la página web del grupo de rap Gatas Parlament por solicitar desde ella dinero para abonar una recompensa por la cabeza de George Bush. El líder del grupo ha matizado más tarde que "es bastante obvio para todo el mundo, excepto para el personal de la embajada americana y la policía, que no se trata de quitarle la vida a nadie". Ajá, así que todo era una broma. Hay que ser muy iluso para dar un mínimo de credibilidad al teclear la página "Matarlo ahora". Algunos no cogemos las bromas... Menos aún las pesadas.

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