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Guillermo Rodríguez

Que llega, que llega

Hace diez años sólo disponían de teléfono móvil un puñado de personas. Nadie, ni el más optimista, hubiera imaginado la revolución que se estaba preparando. Sucedió algo inusual en economía: las operadoras telefónicas tocaron techo en menos de un lustro. A lo máximo que pueden aspirar ahora, al menos en España, es a jugar con los clientes como si fueran cromos. Te quito un Vodafone y le meto en Movistar. Una cosa así.
 
El éxito de la telefonía móvil puede servir de ejemplo a seguir para un nuevo servicio que a muchos no sonará de nada, pero que dentro de un tiempo probablemente utilizaremos como posesos: la VoIP, o llamadas a través de Internet.
 
Existe un claro síntoma de que este protocolo se implantará más pronto que tarde: en Estados Unidos varias compañías se han lanzado a ofrecer servicios de voz sobre Internet. La última ha sido AT&T, pero antes pidieron paso Time Warner Cable, que lleva realizando pruebas desde mayo pasado, Vonage, Qwest, Comcast, Cablevision y Cox Communications, que por el momento ofrecen VoIP de forma limitada y esperan expandir su servicio en 2004. Incluso Kazaa, la popular red P2P, lanzó recientemente un servicio telefónico de estas características. Completamente gratuito, por supuesto.
 
Las compañías telefónicas y los proveedores de acceso se van haciendo un hueco mientras los usuarios finales, la parte clave del proceso, desconocen no sólo en qué consiste el protocolo VoIP, sino que incluso ignoran su existencia. Tiempo al tiempo, porque de cumplirse lo que nos prometen, acabará por colarse en los hogares de medio mundo en un máximo de diez años.
 
La VoIP es el servicio perfecto para aquellos que hablan minutos y más minutos por teléfono y que, además, exigen una buena calidad de sonido.  Por pura lógica las llamadas a través de Internet se abaratarán, ya que se utilizará el mismo criterio que el empleado a la hora de navegar. A ningún internauta le cuesta más dinero consultar una página estadounidense que una española. Simplemente porque en Internet no existen fronteras. Todos los internautas viven en un mismo lugar, y el coste por la transmisión de datos es el mismo si se lleva a cabo entre Madrid y Barcelona que entre Madrid y Cancún. Por eso, el servicio de VoIp no debería discriminar las llamadas que se realicen.

Durante el período de pruebas Time Warner ha cobrado entre 40 y 50 dólares por su servicio, similar al de una tarifa plana para navegar por Internet pero en llamadas telefónicas. Los operadores de VoIP independientes rebajan la cuota hasta los 35 dólares mensuales. El ahorro, por tanto, es considerable. Además, el protocolo VoIP ofrecerá todo un abanico de servicios inimaginables para el consumidor actual.
 
Muchos argüirán que este servicio ya está disponible en España desde hace varios años. Y no mentirán. Pero tampoco dirán toda la verdad. Porque la VoIP que viene es muy diferente a la que se puede utilizar a día de hoy. Entre otras cosas porque acabará con la deficiente calidad de sonido que sufren los servicios actuales y evitará, como sucede ahora, que los interlocutores deban sentarse delante de sus ordenadores -cuyo software debe ser igual- si quieren comunicarse entre sí.
 
A priori sólo existen dos problemas para que la VoIP despunte en España: es imprescindible disponer de una conexión a Internet de alta velocidad que no se corte (fallo habitual que sufren con resignación los usuarios) y se requiere de electricidad. Porque sin luz no hay VoIP.
 
La única incógnita que queda por desvelar consiste en saber si las llamadas sobre Internet supondrán la última paletada en la tumba de la telefonía tradicional.

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