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Gustavo Coronel

Explota la corrupción en el reino de Chávez

El registro electoral no es confiable: 39.000 electores tienen más de cien años de edad, una aparecía con 175 años y docenas de personas comparten tanto el mismo nombre como la misma fecha de nacimiento.

Ante la cercanía de la elección presidencial del 3 de diciembre, los venezolanos y sus vecinos harán bien en comparar la retórica de Chávez con su comportamiento. En 1998, Chávez se apoyó en la insatisfacción popular y convirtió la lucha contra la corrupción en su principal lema electoral. Derrotó a Henrique Salas Romer, ex gobernador del estado Carabobo, excelente gerente del sector público, pero percibido como elitista. Ocho años después, las promesas de Chávez permanecen incumplidas, la democracia ha sido transformada en un régimen autoritario y el sistema electoral está totalmente bajo su control.

Las máquinas de votación son de la compañía Smartmatic, que tiene una historia poco transparente. La directiva del Consejo Nacional Electoral lo conforman seguidores de Chávez. El registro electoral no es confiable: 39.000 electores tienen más de cien años de edad, una aparecía con 175 años y docenas de personas comparten tanto el mismo nombre como la misma fecha de nacimiento.

Debido a una combinación de ingresos petroleros récord y mínima transparencia gubernamental, la corrupción hoy en Venezuela es la más alta de su historia. Mediante un nuevo y significativo endeudamiento, Chávez ha obtenido unos 25.000 millones de dólares adicionales para gastar a su antojo. Entre eso y los ingresos petroleros, al régimen ha dispuesto de unos 200.000 millones de dólares en los últimos ocho años, pero en el país no hay mucho que mostrar por ese dinero, en materia de obras públicas ni programas sociales efectivos. El grueso de tales fondos no ha sido objeto de rendición de cuentas. En gran parte se ha malbaratado o embolsillado por la burocracia y los piratas privados que sirven de cómplices. Chávez ha derrochado dinero en el exterior comprando armamentos y tratando de exportar su revolución militarista y anti-norteamericana, mientras que internamente se ha concentrado en programas sociales populistas, basados en limosnas a los pobres y costosa propaganda política.

Desde 2003, los gastos y los compromisos financieros adquiridos en el exterior han consumido cerca de 30.000 millones de dólares. Venezuela ha comprado unos 5.000 millones de dólares en armamentos en Rusia, España y otros países, y ha gastado unos 20.000 millones de dólares en subsidios petroleros, donaciones y promesas de programas de ayuda a varios países, principalmente Cuba y Bolivia. Los esfuerzos de Chávez en minimizar la influencia norteamericana en América Latina han costado mucho dinero. Desde 2000, Venezuela ha suministrado petróleo a Cuba a modo de subsidio anual por valor de unos 2.200 millones de dólares. El fracasado intento de sentar a Venezuela en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas parece haber costado más de mil millones de dólares, en promesas a los países a los que se solicitó apoyo.

Chávez ha concentrado el gasto interno en tratar de consolidar su poder político. El régimen ha dado inmensas dádivas a través de las llamadas Misiones, programas sociales que ofrecen una ilusión de bonanza, en lugar de respuestas estructurales y de largo plazo, en educación y salud. Chávez ha abusado de los fondos del Banco Central, aceptando contribuciones ilegales para su campaña presidencial, otorgando contratos sin licitación y permitiendo la politización y el deterioro de la empresa petrolera estatal.

La corrupción involucra a ministros, magistrados del Tribunal Supremo de Justicia, directores del Consejo Nacional Electoral, gobernadores de estados, abogados, militares, banqueros y comerciantes amigos del régimen. Al menos tres presupuestos paralelos existen actualmente, uno formal sujeto al "escrutinio" de una Asamblea Nacional enteramente compuesta por seguidores de Chávez y otros dos controlados directamente por el Poder Ejecutivo. La ausencia de transparencia y rendición de cuentas, la carencia de contrapesos institucionales y la mediocridad del equipo gubernamental han permitido niveles de corrupción sin precedentes.

Los resultados de tan trágica situación están claros: a pesar del gigantesco ingreso petrolero, Venezuela se encuentra hoy en los peldaños inferiores de la escalera del desarrollo en América Latina. Las mediciones de organizaciones internacionales tales como el Índice de Percepción de la Corrupción, de Transparencia Internacional, el Índice de Libertad Económica del Instituto Fraser, el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas y el Índice de Desnutrición de las FAO muestran todos un país en plena involución.

En el umbral de la elección presidencial, la confianza popular en el sistema electoral venezolano es tan débil y la magnitud de los crímenes cometidos por el régimen de Hugo Chávez tan grande que la oposición teme que Chávez no entregue el poder si es derrotado.

Chávez prometió eliminar la corrupción, pero ella ha dominado este régimen como ningún otro en la historia de Venezuela. Si los votos no le dan el triunfo este domingo, es probable que Chávez busque la manera de hacerlos cuadrar a su favor.

Artículo basado en el estudio del autor para Cato Institute sobre la corrupción en Venezuela.

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