La peste es una enfermedad infecciosa y letal. En el pasado, esa maldición se expandió en los barcos por diferentes partes del mundo. Y cuando las autoridades, alertadas del peligro, impedían que atracaran las naves infectadas, las ratas salían del barco y difundían la enfermedad entre la población.
En Latinoamérica hoy, acontecimientos políticos están produciendo efectos análogos a los de esas pandemias. La tragedia se originó en Venezuela, durante la campaña presidencial de 2006, cuando Hugo Chávez proclamó su flamante descubrimiento del "socialismo del siglo XXI", novedosa concepción del marxismo. Y también acuñó el eslogan "rojo rojito", para ilustrar su ideología.
Desde entonces, la infección se ha propagado por la región. Mary O'Grady, columnista del Wall Street Journal, obtuvo documentos del ataque militar colombiano al campamento de las FARC en Ecuador, en 2008, y expone que el "segundo al mando de las FARC, Raúl Reyes, fue asesinado en la incursión, pero dejó ordenadores portátiles con correspondencia que detallaba una estrecha relación no sólo con el presidente venezolano, Hugo Chávez... el líder rebelde parecía estar seguro de que seis países latinoamericanos eran receptivos con la causa marxista. Propuso que Marulanda les escribiera a los presidentes de Ecuador, Argentina, Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Uruguay en busca de apoyo."
En Uruguay están ocurriendo hechos preocupantes que coinciden con lo expuesto por Mary O’Grady. Este año hay elecciones nacionales y el programa del oficialista Frente Amplio propone la instalación de una Convención Nacional Constituyente en el primer año del próximo gobierno. El propósito declarado es habilitar "la profundización de las reformas estructurales" y la "transformación de la sociedad". Pero no se aclara cuáles son esas innovaciones.
El candidato oficialista José Mujica, ex guerrillero, tiene grandes posibilidades de ganar la presidencia y su esposa, actual senadora y ex guerrillera como él, mantiene que se debe "repensar toda la Constitución desde el primero al último artículo" porque la Carta Magna, de orientación democrática liberal, "tiene una filosofía que no corresponde".
Mujica tiene ventaja en la campaña electoral porque la cobertura de los medios lo favorece: muchos periodistas simpatizan con él y muchos otros temen sus reacciones destempladas o a ser ridiculizados. Y él mismo afirma que su discurso es moderado porque "no quiere asustar a los burgueses". Pero declara que la forma de generar entusiasmo en la gente es "con presidentes que sean capaces de hacer una huelga de hambre, de mandarte al diablo, de armar un relajo de la gran siete" y de "pelearse" con diferentes actores políticos y sociales.
Los uruguayos tememos el contagio con esa terrible peste "roja rojita".