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Hermógenes Pérez de Arce

La vida en Chile, país surrealista

Con razón amaban a Ricardo Lagos; recuerdo que la Armada le rindió un homenaje con tantos barcos, que yo, que estaba en la playa ese día, creí que nos estaban invadiendo los argentinos y los peruanos al mismo tiempo y me fui a la montaña.

– El problema es que en Chile tenemos demasiados dólares y eso hace que baje el tipo de cambio. Las empresas exportadoras y sustituidoras de importaciones se arruinan, despiden gente y hay más pobres.

– Y el Banco Central, para subir el tipo de cambio, está comprando dólares, así es que vamos a acumular todavía más. Luego, va a ser peor la tendencia a la baja, y el Banco Central, para evitarla, tendrá que comprar todavía más y así sucesivamente. Yo no sé dónde irá a parar todo esto, porque la sobreabundancia de dólares nos va a liquidar por completo.

– Bueno, entonces dénselos a los pobres, háganlos ricos y matan dos pájaros de un tiro: se acaban los excesos de pobres y de dólares.

– Es que al entrar tantos dólares bajaría más todavía el tipo de cambio, y más exportadores y sustituidores de importaciones se arruinarían, despedirían más gente y habría más pobres. O sea, si haces ricos a los pobres así, generas más pobres.

– ¡Bueno, ya! Entonces hay que malgastar los dólares, haciendo más Transantiagos, pues ponerlo en marcha con miles de buses oruga y todo eso ha costado más de mil millones de dólares, y sigue perdiendo entre 30 y 40 millones al mes. Con varios Transantiagos nos aliviaríamos del exceso de dólares, el tipo de cambio subiría, las empresas exportadoras y sustituidoras de importaciones serían más rentables, aumentarían el empleo y habría menos pobres.

– ¡Brillante! Y el Transantiago también ayuda por otro lado a disminuir el desempleo, porque la gente, que tardaba antes una hora en ir al trabajo, ahora se demora dos y produce menos, de modo que se necesitan más trabajadores. Eso hace aumentar el empleo. Genial.

– Sí, agradezcamos a Ricardo Lagos que nos legara ese gran plan. Con razón lo amaban; recuerdo que la Armada le rindió un homenaje con tantos barcos, que yo, que estaba en la playa ese día, creí que nos estaban invadiendo los argentinos y los peruanos al mismo tiempo y me fui a la montaña.

– Bueno, además Ricardo Lagos compró una cantidad de trenes usados a la Renfe española, y eso nos permitió aliviarnos de otros mil o dos mil millones de dólares y hacer más llevadero el problema. Y con la ventaja de que los trenes usados españoles no funcionaron, así es que no contribuyeron al calentamiento global, cosa tan buena que seguramente determinó a las Naciones Unidas a premiar a Ricardo Lagos y designarlo Capitán Planeta, rango que, obvio, lo pone por sobre las primarias y otras bajezas que discurren políticos locales envidiosos. Yo siempre dije que el Gobierno de la Michelle nos haría extrañar a Ricardo Lagos.

– ¡Cuidado! Mira que ella hizo la Ley de Subcontratación, que ahora tiene al 45 por ciento del cobre paralizado, con lo que está consiguiendo que nos entren muchos menos dólares. Y también cierran salmoneras atacadas por subcontratados y exportan menos. Todo eso ha sido fantástico para lidiar con el exceso de dólares.

– Tienes razón. Y acuérdate de que también ella comenzó a repartir la píldora del día después, y eso hará que haya cada vez menos chilenos, "menos bocas", como dice Tompkins. ¿No crees que éste podría ser un país muy agradable sin tanto chileno?

– Por supuesto, y todo eso, mérito de la Michelle. A lo mejor a ella también la vamos a comenzar a extrañar cuando vuelva Ricardo Lagos.

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