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Humberto Vadillo

La raza catalana

Frente al nacionalismo hosco y neardenthal de Arzallus y demás sucesores del Tonto Arana, el nacionalismo catalán de Jordi Pujol, español del año 1986 para el ABC de Ansón, parecía un nacionalismo cívico, culto y cultural, con seny.

La primera reacción que tuve al saber que Paco Caja preparaba un libro con el sugerente título de La Raza Catalana: el nucleo doctrinal del catalanismo fue una de inmenso agradecimiento. Es un libro que llevaba años pidiendo ser escrito. Ahora lo acaba de publicar la Editorial Encuentro. ¡Bravo! Quienquiera que esté dispuesto a meterse con una pala y mucha paciencia en el albañal del que mana el nacionalismo merece todo mi respeto. Si ese alguien es Francisco Caja, profesor universitario de Estética, presidente de Convivencia Cívica Catalana y, sobre todo, buen tipo, el respeto es además un respeto asombrado: hete aquí un ciudadano que podría vivir plácidamente en la caverna platónica, pensando en Vermeer y que decide explorar, en cambio, las lúgubres covachuelas plenas de murciélagos y guano do crece el nacionalismo.

Y es que el racialismo es el secreto fundamento en el que se basa todo el nacionalismo catalán y Caja lo demuestra con exhaustividad y parsimonia. Recurriendo a los escritos originales de un buen puñado de autores, santones casi todos ellos del panteón nacionalista, y dejándoles hablar. Basta con fijarse con atención en aquellas partes que los nacionalistas historiadores del nacionalismo dejan en la oscuridad.

Desde ya antes de la Transición el nacionalismo catalán ha gozado de una sorprendente e injustificada buena reputación. Frente al nacionalismo hosco y neardenthal de Arzallus y demás sucesores del Tonto Arana, el nacionalismo catalán de Jordi Pujol, español del año 1986 para el ABC de Ansón, parecía un nacionalismo cívico, culto y cultural, con seny. El nacionalismo con el que se puede vivir.

No exactamente. Caja revela el "corazón tan negro" que late bajo la tranquilizadora apariencia. Y es que el nacionalismo catalán no se puede entender sin entender su intrínseco racialismo. Como señala Jon Juaristi en el extraordinario prólogo, el "racismo de Sabino Arana fue probablemente una versión del incipiente racismo que se cocía en los medios políticos del federalismo catalán en su imparable deriva hacia planteamientos nacionalistas y que aquél pudo conocer durante sus años de estudiante en Barcelona". El nacionalismo catalán, carente de un fundamento histórico sobre el que basar su existencia, hubo de volverse necesariamente hacia la naturaleza.

Y esa polinización que el racialismo aporta al nacionalismo es lo que describe Caja en su libro y ello con una encomiable ausencia de jucios y valoraciones. Lo que hace Caja es un repaso exhaustivo de algunos de sus autores claves, comenzando por Valentí Almirall (que tiene calle en Sabadell, Lérida, Manresa,Reus, Badalona y Tarrasa y si no tiene más es porqué acabó lerrouxista), correctamente identificado como el primer nacionalista catalán, y terminando con Daniel Cardona. Un segundo volumen, de próxima publicación, promete llegar al aquí y ahora, a Jordi Pujol y otras luminarias todavía semovientes como Anna Cabré o Carles Sentís.

Como dice el propio Caja, "el nacionalismo no puede ser fundado sino con la aportación de un elemento iliberal, anti-igualitario: el racialismo". Un racialismo que nacerá con Almirall para separarse del federalismo liberal y racionalista de Pi i Margall y se hará antropológico y antiigualitario con un Pompeu Gener que va a distinguir entre "una Castilla semita y una Cataluña aria". Escribe Gener: "El problema está entablado entre la España Lemosina, Aria de origen y por tanto evolutiva y la España Castellana, cuyos elementos Presemíticos y Semítico, triunfando sobre los Arios la han paralizado". ¿Enloquecido? Quizá. Aunque quizá no tanto como cuando el eminente prehistoriador Bosch Gimpera convierte la Guerra Civil en el último episodio de un secular conflicto entre Íberos-Catalanes y Celtas-Castellanos. Este nacional-racialismo se sublima con Rovira i Virgili y se hace moderno con Cardona, que desde las páginas de l’Estat Catalá nos deja estas letras inmortales:

Considera hijo de Cataluña, que todos los hombres de la tierra llevan en su naturaleza la fuerza de su raza.

La Tierra y la Raza son tu Patria.
La tierra es como madre; sólo se tiene una.
Una Patria una Bandera.
Y tu joven catalán, ¿cúal es tu patria?

¿Cómo es que no defiendes Cataluña?
¿Por qué no hablas ni escribes siempre que te es posible en la lengua que te enseño tu madre?

…..

Que en la hora de la lucha no decaiga tu cuerpo ni tu espíritu.

Ejercítate físicamente. Ve a la montaña y acecha el mar. Tuyos son el mar y la montaña de nuestra Cataluña.

Un libro que hay que leer. Para entender por qué nos pasa lo que nos pasa.

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