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Ian Vásquez

Otro récord de la guerra contra las drogas

La violencia de la guerra contra las drogas se disparó desde que Calderón llegó a la presidencia, y se ha cobrado hasta ahora más de 30.000 vidas.

México termina este año con 15.000 asesinatos relacionados con la violencia del narcotráfico: un récord para el Gobierno de Felipe Calderón que empezó su período hace cuatro años declarando una guerra sin cuartel contra el narco. La violencia de la guerra contra las drogas se disparó desde que Calderón llegó a la presidencia, y se ha cobrado hasta ahora más de 30.000 vidas. A pesar de que es una guerra imposible de ganar y entre cuyas consecuencias se encuentran el aumento de la corrupción y el debilitamiento de las instituciones de la sociedad civil, está siendo utilizada tanto por sus partidarios como por sus detractores para favorecer sus propias agendas, que van desde una mayor ayuda externa hasta una mayor cooperación militar.

Un ejemplo reciente viene del Washington Post, diario que esta semana se manifestó en un editorial a favor de un plan de la administración Obama para detener el flujo de armas a México. Ese mismo día publicó un reportaje mencionando el dato de que el 90 por ciento de las armas decomisadas al narcotráfico en México provienen de EEUU (aunque el Post también indicó que los gobiernos de México y de EEUU se niegan a publicar sus rastreos de armas). Mi colega David Rittgers indica aquí que la propuesta de regulación de armas es ilegal y aquí ha explicado que una cifra más realista para las armas provenientes de EEUU es de alrededor del 17 por ciento. En un boletín del Cato a principios de este año, el ex ministro de Relaciones Exteriores de México, Jorge Castañeda, calculó una cifra similar y explicó por qué intentar controlar el comercio de armas estadounidenses es una pérdida de tiempo:

Sólo sabemos con certeza que alrededor del 18 por ciento de las armas proceden de EEUU de acuerdo a fuentes mexicanas y estadounidenses. El resto seguramente proviene de Centroamérica, países de la antigua Unión Soviética y otros. Como naciones tan diversas como Brasil, Paraguay, Somalia y Sudán lo pueden atestiguar –todos con una proporción de armas per cápita más alta que México– no se necesita una frontera con EEUU para tener un acceso fácil a armas de fuego. Aún así, la posibilidad real de limitar la venta de armas en EEUU no es inminente, para decirlo de una manera diplomática. Además, pedirle a EEUU que detenga el tráfico de armas del norte al sur es cómo pedirle a México que controle su frontera de sur a norte, ya sea para drogas, personas o cualquier otra cosa. No va a suceder.

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