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Serranos indignados

Los hermanos Daniel e Ismael Serrano, periodista el primero, cantautor el segundo, indignados los dos, han dado a la imprenta un panfleto al alimón. Se trata de un breve ensayo, que forma el cuerpo central y escrito por Daniel, ahormado entre un prólogo y un epílogo de Ismael.

El librito pretende ser una reflexión política sobre el movimiento de los indignados del 15-M a la vez que un canto a la épica de esta operación "revolucionaria" que, nos dicen, se ha convertido en toda una gesta superdemocrática que sus protagonistas podrán contar con orgullo a sus hijos "en torno a la hoguera, alumbrados por el fuego de otros tiempos".

El fuego de esos otros tiempos al que se refieren sin temor a sufrir quemaduras es el que encendieron personajes como el Che Guevara –"aquel guerrillero loco, que mataron en Bolivia, y cuyo fusil ya nadie quiso tomar de nuevo, y cómo desde aquel día todo parece más feo"–, el poeta Ho Chi Min (sic) y, por supuesto, Lenin, cuyas enseñanzas en el orden táctico, según los Serrano, han sido desdeñadas por los indignados con el triste resultado conocido. Hoy, los indignados no logran reunir a más de doscientos revolucionarios, y eso en la capital de España.

La tesis central, suficientemente conocida, es que el capitalismo ha conseguido hacer "desaparecer al Estado como órgano regulador de la economía" (¡!), con el resultado de un grave "desmantelamiento del Estado del Bienestar". Los Serrano, ambos, se declaran "a la izquierda de la izquierda", pero el hecho de haber tenido como presidente del Gobierno a otro radical de izquierdas durante casi ocho años no les sugiere ninguna crítica de peso por su mala gestión, más allá de una vaga acusación de haberse sometido a la realidad (los Serrano, acertadamente a su pesar, identifican el liberalismo con el realismo), en lugar de haberse dejado llevar por la imaginación, el único principio que los autores consideran válido en el orden político.

A los Serrano también les molesta mucho la democracia cuando el voto se dirige mayoritariamente hacia el lado conservador. Cuando ganan partidos de la derecha, justifican "el pánico y la ira" de las masas izquierdistas, que pueden perfectamente materializarse en "barricadas y protestas". El consejo que ofrecen a los iracundos, en la más rancia tradición leninista, es "organizar" la "rabia", ya que "organizar, vertebrar la rabia es la única respuesta posible que hoy tiene la izquierda si aspira siquiera a la supervivencia". Así se evitarían casos como el de la victoria de Esperanza Aguirre en la Comunidad de Madrid, que con gran ignorancia los Serrano atribuyen al voto de dos tránsfugas, cuando es sobradamente conocido que la decisión de la presidenta madrileña fue despreciar esos apoyos y convocar nuevas elecciones. Por cierto, ganadas por mayoría absoluta, reeditada en la siguiente convocatoria con una diferencia aún mayor.

Los Serrano odian meticulosamente a los medios liberales, a los que acusan de estar al servicio de "las grandes corporaciones". No obstante, con indisimulada pero sana envidia reconocen la creciente preeminencia de las ideas liberales entre las más amplias capas de la sociedad, incapaces a su juicio de comprender la belleza intrínseca de la izquierda cuando se pone revolucionaria. En este contexto, el libro incluye una carta de Daniel a Leticia Ortiz, compañera suya en CNN+ e indignada de pro en los tiempos en que residía en la localidad de Rivas, a la que sólo sus obligaciones institucionales como miembro de la Casa Real han privado de convertirse, seguramente, en la musa del 15-M.

Si los intelectuales liberales les provocan rechazo, en cambio los perroflautas, a los que dedican un capítulo entero, son el paradigma de la inteligencia aplicada a una forma de vida generosa y solidaria, a años luz de la "chusma analfabeta e idiotizada que muestran los televisores en un bucle mentiroso".

A pesar de que, en una pose que no se compadece con los hechos, Daniel Serrano parece distanciarse del marxismo caído en 1989, su receta para imponer las tesis de los indignados, en la más rancia tradición leninista, incluye la celebración de algaradas de todo tipo con enfrentamientos con la policía, situaciones que además le parecen divertidas y muy sanas para combatir el aburrimiento.

A pesar de tanto dislate rebozado de paranoia estalinista, el libro está escrito con una prosa elegante y sugestiva. Lástima de talento desperdiciado.

Daniel e Ismael Serrano, #papacuentameotravez. Apuntes sobre una revolución que contar a nuestros hijos, Ariel, Barcelona, 2011, 96 páginas.

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