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La última evaluación de la ESO

El Instituto Nacional de Calidad y Evaluación (INCE) acaba de hacer público un resumen informativo sobre el estudio que ha realizado con el objeto de conocer y valorar los resultados alcanzados por los alumnos de 4º de la ESO en el curso 1999-2000.

Según publica el propio informe “se trataba de evaluar los niveles de adquisición de los contenidos curriculares por los alumnos y, de modo indirecto, el grado de desarrollo de sus capacidades de aprendizaje, dentro del marco de las enseñanza mínimas establecidas”.

Los alumnos más jóvenes de 4º de la ESO tienen 15 o 16 años pero pueden llegar a tener hasta 18 años si han repetido dos cursos a lo largo de su enseñanza primaria y secundaria que es lo máximo que permite la ley.

Las pruebas de matemáticas consistieron en 84 preguntas tipo test y cuatro problemas entre los cuales el alumno debía elegir uno y resolverlo en un tiempo máximo de 15 minutos. Las preguntas tipo test, llamadas cerradas, en las que el evaluado debe elegir entre 4 posibles respuestas que se le ofrecen, son cómodas para corregir pero reflejan muy mal la realidad, pues, sólo llevados por el azar, un 25 por ciento de los alumnos puede inclinarse por una determinada respuesta.

Sin embargo cuando se plantea un problema abierto el asunto no puede tener trampa ni cartón, no se trata de elegir la solución sino de buscarla y conseguirla. Así que nuestros alumnos, a punto de terminar la enseñanza secundaria han demostrado una incapacidad notable para las matemáticas.

Uno de los problemas propuestos decía así:

“Javier y José Luis han comprado cada uno un remo de 3m. Los ascensores de cada casa tienen las siguientes dimensiones:

En casa de Javier: anchura: 1’5 m profundidad: 2 m altura: 2 m

En casa de José Luis: anchura: 1’5 m profundidad: 1’5 m altura:2’2m

¿Tendrá alguno de ellos que utilizar, necesariamente, otros medios distintos del ascensor para subir el remo a su casa?. Explica el proceso seguido para resolver el problema”.


Pues bien, sólo el 9 por ciento de los alumnos que se inclinaron por escoger este problema, lo hizo bien y si añadimos un 2 por ciento que aunque no llegó a resolverlo fue capaz de hincarle el diente, nos queda un 89 por ciento que no tenía la más remota idea de cómo averiguar si el remo cabría o no en el ascensor.

Pero los otros tres problemas no corrieron mejor suerte, un16 por ciento fue capaz de resolver el problema llamado B, un 7 por ciento el D y tan sólo un 4 por ciento el problema C que sembró gran confusión, pues los jóvenes estudiantes no fueron capaces de entender qué podría significar que dos circunferencias fueran tangentes.

No sé si este mínimo porcentaje de aciertos habrá servido al INCE para situar en el mínimo el “nivel de adquisición de los contenidos curriculares” o para escandalizarse ante el penoso “grado de desarrollo de sus capacidades de aprendizaje”. Pero para mí, el que casi ningún escolar de 16 años tenga idea de lo que es la diagonal de un paralelepípedo y cómo puede llegar a calcularse sólo se puede explicar si “el currículo” de matemáticas de la LOGSE ha resultado tan flexible que el asunto de las diagonales no se ha tratado en clase. Porque estoy completamente segura que de haberlo estudiado, al menos un 30 por ciento hubiera sabido responder.

En aquella reválida de cuarto, de la que últimamente se ha hablado en la prensa con motivo de esa especie de globo sonda lanzado por el Ministerio de Educación, imagino que para tantear la opinión pública, éste hubiera sido un problema de los considerados por los escolares de entonces como fácil. Una reválida que se realizaba a los 13 o 14 años para obtener el título de Bachiller Elemental, equivalente al actual Certificado de ESO que conseguirán estos muchachos y muchachas de 16 años a pesar de haber demostrado estar totalmente “peces” en lo que la LOGSE llamaba “Representación y organización en el espacio” pero que, a partir de la publicación en el BOE de los reales decretos sobre las enseñanzas mínimas el pasado diciembre, debe recuperar su “trasnochado” pero más correcto nombre de Geometría.

Que una gran parte de estos jóvenes deba, tras un corto bachillerato de dos años, iniciar una carrera científica resulta aterrador pero lo más asombroso es que, conociendo la situación, existan profesores de matemáticas que continúen diciendo que la reciente reforma de los programas llevada a cabo por el ministerio era totalmente innecesaria.
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