Y es que el modelo anterior carecía de la adecuada puesta a punto en este sentido. La prueba es que nunca acabó de convencer a aquellos usuarios que en estas versiones buscan ciertas connotaciones deportivas y un comportamiento más radical que el ofrecido por las variantes convencionales.
SUSPENSIONES MÁS EQUILIBRADAS
Para ello, y como el resto de la gama, el Corsa se beneficia ahora de un bastidor con un eje trasero derivado del utilizado en el Astra, mientras que en el tren delantero las modificaciones realizadas, entre las que sobresale un nuevo subchasis, se dejan notar bastante. En el caso del GSi, todas estas actuaciones se completan con una amortiguación más severa en sus tarados, con unas llantas de 15 pulgadas y con unos discos de freno en las ruedas traseras.
Esto en lo que concierne al chasis. Si nos fijamos ahora en el motor, comprobaremos como el Corsa GSi también eleva su status. En efecto, el habitual propulsor de 1.6 litros y 106 CV ha sido sustituido por una unidad de 1.8 litros y 125 CV que tiene el suficiente carácter para ofrecer en su conjunto unas brillantes prestaciones.
A pesar de que resulta bastante ruidoso, sobre todo cuando circulamos a regímenes elevados, el coche se mueve con una agilidad más que convincente, apoyado por unos ajustados desarrollos de transmisión en sintonía con su filosofía. Igual de interesante nos ha parecido el manejo del cambio, característico por sus cortos recorridos y por una precisión de movimientos nunca antes vista en un modelo de la marca.
En materia de comportamiento, el Corsa GSi muestra una gran nobleza de reacciones y su conducción es poco exigente. Quizá el compromiso entre el muelle y el amortiguador sigue sin ser el ideal, el primero es duro y el segundo algo blando, pero no por ello hay que dejar de alabar una honesta respuesta en curva que le caracteriza.
COMPETITIVO PRECIO
Los frenos, por su parte, son muy potentes y detienen sin problemas los poco más de 1.100 kg que pesa este modelo, mientras que la dirección, con la ya mencionada asistencia eléctrica y menos de tres vueltas entre topes, nos ha parecido muy equilibrada tanto en marcha como en parado. La estética, y aún siendo una apreciación muy particular, no nos acaba de convencer. El Corsa no es precisamente uno de esos coches que entre por los ojos, se parece mucho al anterior, y en el GSi la personalización es bastante discreta, con pocos puntos de atención que no sean las llantas de aleación o los logotipos que aparecen en las puertas.
Otro análisis muy diferente merece el precio. Los 2.372.000 pesetas que cuesta esta versión es una competitiva cifra, todo ello sin descuidar un completo equipamiento de serie que, incomprensiblemente, deja de lado un accesorio tan práctico como es la regulación eléctrica de los espejos exteriores que se tiene que hacer de forma manual con las incomodidades que esto acarrea.