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El valor de la libertad

Resulta paradójico que los responsables de La Ilustración Liberal hayan encargado la reseña del último libro de Federico Jiménez Losantos, De la noche a la mañana. El milagro de la COPE, precisamente a una de las personas que intentó persuadir al autor de que no publicara su obra. Así que agradeceré la oportunidad que se me brinda para hacer un sincero ejercicio de penitencia en público. Sí, estoy arrepentido, aunque intentaré explicar a los cientos de miles de lectores que están disfrutando con las andanzas de FJL en la COPE el porqué de mis actos.

Supongo que mi motivación para estar en contra de la publicación del best seller de la temporada era similar a la del resto. "Federico, ¿para qué te vas a meter en más líos, ahora que parece que nos llevamos mejor con los que, en teoría, deberíamos llevarnos siempre bien?"; frase que no le resultará extraña al autor del libro. Y no creo equivocarme si digo que la insistencia de algunos en que no reabriera heridas del pasado pudo animar aún más a Federico a entrar en el quirófano de los recuerdos sin anestesia y con la verdad, toda la verdad, como bisturí para diseccionar la historia reciente de la COPE.

A la vista del resultado, y no me refiero al de ventas sino al intelectual, tengo que reconocer que FJL ha vuelto a triunfar haciendo lo que mejor se le da: dejarse guiar por su instinto sin hacer mucho caso a los consejos-reproches, siempre bienintencionados, de la gente que le rodea y aprecia. Su éxito radica precisamente en esto. Federico descubre el verdadero trasfondo de una historia o persona semanas antes que el resto de los mortales. Sucedió con el caso Gescartera, cuando a los pocos días ya hablaba en La Linterna de la Economía de escándalo financiero a gran escala y pedía la dimisión de Giménez Reyna. Sucedió con Pilar Manjón, cuando, para incomprensión de la mayoría, criticó con dureza el papel que estaba desempeñando esta víctima en la estrategia de Rubalcaba para echar tierra sobre la investigación del 11-M. Y sucedió, por supuesto, con los "pelanas de Lavapiés", a los que, utilizando la más simple de las lógicas, alejó desde un principio de la autoría intelectual de los atentados de Madrid. Eso, por poner sólo tres ejemplos.

Sólo hay un caso flagrante en el que a Federico le falló su intuición: dio por acabado a Raúl, sin duda el mejor jugador de fútbol nacido en España, antes de tiempo. Claro que, en honor al editor de Libertad Digital, ni en el mejor de mis sueños me imagino a Raúl (Federico) explicándole a Roberto Carlos (César Vidal) que el deber de ambos es reunirse con el presidente del Real Madrid (Rouco) para convencerle de que tiene que fichar a Etoo (Carlos Herrera) por el bien del club y dejarle claro que no hay ningún problema en que cobre más que los dos. A quienes deseen entender cuál es el verdadero milagro de la COPE les insto a enmarcar la página 456 del libro.

Podría extenderme en describir las virtudes que tiene la obra, pero como Jiménez Losantos no digiere demasiado bien el halago voy a limitarme a comentar algunos de los episodios que se recogen en ella, explicándoles algunas cosas que ustedes, como seguidores de Federico, deben saber.

He tenido el privilegio de vivir de cerca muchos de los acontecimientos narrados en las 622 páginas de De la noche a la mañana, gracias, sin duda, a mi doble condición de copero y miembro de Libertad Digital desde su fundación, en el año 2000. Es esta circunstancia lo que me ha permitido disfrutar en todas sus dimensiones del nacimiento de una nueva corriente intelectual, política y mediática en torno a Jiménez Losantos.

Así que comenzaré retrocediendo en el tiempo para narrarles, desde el prisma de un joven veinteañero, algunas de las vivencias a las que se hacen alusión en De la noche a la mañana.

Desde que comencé a trabajar con Federico, una de las cosas que más me intrigaba de él era si no le preocupaba la reacción que podrían provocar sus críticas en las personas –casi siempre gente de poder, como, por ejemplo, los Albertos– a las que zahería desde sus micrófonos. Nadie como el propio Jiménez Losantos ha definido mejor cuál es su día a día al frente de La Mañana: "Repartir mandobles a las seis de la mañana, a diestro y siniestro, contra la derecha acomplejada o corrompida y contra la izquierda demagógica y corruptora". Y eso significa pisar muchos callos, echar sal sobre demasiadas heridas e incluso amargar a más de un preboste las cacerías del domingo.

Volví a hacerme la misma pregunta al llegar a la página 399 del libro. FJL relata cómo le iban llegando noticias "de diversas cenas de postín" en las que se le había puesto verde, incluso se habían "vertido amenazas inconcretas para el futuro". Muy en su estilo turolense, el director de La Mañana explica a los lectores que "no hay que dar importancia a esos chismes, aunque sean verídicos, porque algunos alardean de lo que piensan hacer y otros provocan el alarde para luego contárselo al alardeado". Puede que sea cierto que, como dice Federico, "las amenazas de sobremesa" entran dentro del "juego del Poder y de tocarle las narices al Poder", pero no es menos cierto que son pocas las personas que mantienen prietas las filas cuando es el Poder el que te amenaza directamente.

No sé si estaré desvelando algo que no debo, pero me parece un auténtico eufemismo por parte del autor lo de "amenazas inconcretas para el futuro". Y lo digo porque yo estuve presente cuando a Federico le trasladaron uno de esos mensajes. La frase, y la recuerdo como si la acabara de oír, fue textualmente ésta: "Ha dicho que, cuando esto pase, dedicará todo su patrimonio a destruirte". Ante amenaza de tal calibre, cualquier otro, el que escribe estas líneas el primero, habría, al menos, moderado las críticas. Pero en Orihuela del Tremedal parece que el miedo no llegó por temor al frío. Su reacción fue precisamente la contraria: "Van dados, ahora sí que se van a enterar".

Ese carácter indomable, para lo bueno y para lo malo, forma parte esencial de lo que él mismo llama "el milagro de la COPE". No obstante, creo que para Jiménez Losantos el "hecho no explicable por las leyes naturales y que se atribuye a intervención sobrenatural de origen divino" con el que resume la trayectoria vital de la emisora de la Conferencia Episcopal se basa fundamentalmente en lo que él denomina "caos aparente", que está presente en toda la estructura de contenidos de la cadena.

Yo mismo soy ejemplo de que FJL es el primer enemigo de las "consignas". Cuando en 2004 me encargaron la dirección de La Mañana del Fin de Semana, con el objetivo de que el sábado y el domingo la COPE sonara lo más parecido posible a lo que se emitía entre semana, lógicamente me fui a hablar con Federico para que me diera las instrucciones oportunas. "Hazlo como sepas y en tu estilo. No trates de parecerte a nadie". Esa fue la única directriz que conseguí arrancarle. Y en dos años jamás me dio instrucción alguna, sólo generosas palabras de ánimo. Prueba de que a Federico no sólo no le gusta recibir consignas, sino que tampoco es partidario de darlas.

En la presentación del libro, el autor explicó que si no había hecho referencia en más páginas a Libertad Digital era porque este fenómeno mediático merecía por sí solo un libro aparte. A la espera de que Javier Rubio se anime a escribirlo, he decido terminar esta reseña citando un artículo de Federico en el periódico del que es editor y que se publicó el 1 de abril de 2004. El artículo, escrito horas después de que se descubriera una carta bomba dirigida al propio Federico, se titulaba "Gajes del oficio". Terminaba así:

Para los liberales, y muy especialmente para los de Libertad Digital, esta es una prueba más del valor de la libertad. Si no costara tanto defenderla, su valor sería escasísimo. Un economicista diría que, en términos de coste y beneficio, sólo un beneficio inmenso justifica semejante inversión. Pero ninguna inversión es, a la larga, más rentable que la libertad ni hay institución humana y social que pueda comparársele. La libertad vale mucho más que la vida; porque la vida sin libertad no es vida. Ni vida, ni nada.

Dice el autor de El milagro de la COPE que "el día que otro Federico me retire a mí, habremos triunfado". El problema para cosechar ese triunfo es precisamente ése, encontrar otro Federico.

Federico Jiménez Losantos, De la noche a la mañana. El milagro de la COPE, La Esfera, Madrid, 2006, 662 páginas.

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