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Ignacio Cosidó

Rectificación ineludible

Zapatero no sólo parece dispuesto a perseverar en su error, sino a reiniciar el proceso con mayor energía y determinación. El presidente del Gobierno aparece así cada vez más aislado en su burbuja

Hay veces que la verdad amarga. Llevo escribiendo contra la negociación política con los terroristas desde mucho antes de que ese proceso se iniciara, al menos públicamente. Me duele en el alma que un presidente irresponsable esté tirando por la borda la mejor oportunidad que ha tenido nuestra democracia para acabar con el terrorismo de ETA, algo que estábamos próximos a conseguir gracias a la política que desarrolló el Pacto por la Libertad y contra el Terrorismo. Estoy cansado de las insidias de quiénes en su ruindad atribuyen a mi partido un interés meramente electoral en nuestras críticas a un proceso que en realidad sólo conduce al fracaso de nuevos atentados o a la claudicación ante el chantaje del terror.
 
Por eso hoy más que nunca considero necesario exigir una rectificación de esta política. Precisamente por el respeto que merecen las dos personas que murieron aplastadas bajo los escombros del aeropuerto de Barajas, por el recuerdo a las cientos de victimas mortales que ETA ha acumulado en su historia asesina, por el intenso deseo de que nunca jamás vuelva a ocurrir nada parecido. También por la libertad de todos, para que el miedo no condicione nunca nuestra voluntad democrática, para que una minoría mafiosa no venza jamás a una mayoría pacífica y para que el proyecto totalitario que ETA intenta imponer con la sangre de inocentes sea definitivamente derrotado.
 
Ni los cientos de kilos de explosivo aún desconocido en el aeropuerto de Barajas, ni las dos personas muertas en ese atentado parecen causa suficiente para que Rodriguez Zapatero corrija su errónea política antiterrorista. A la falta de contundencia y a la ambigüedad con la que respondió la misma tarde los atentados se ha sumado con el paso de los días un empecinamiento propio de quién es rehén de su propio proceso. Zapatero no sólo parece dispuesto a perseverar en su error, sino a reiniciar el proceso con mayor energía y determinación. El presidente del Gobierno aparece así cada vez más aislado en su burbuja. A pesar de que su partido ha iniciado una leve autocrítica y que su ministro del Interior da por muerto y enterrado el proceso de negociación con ETA, Zapatero se aferra a su espejismo de la paz como un naufrago al último madero en el propio escenario del desastre.
 
Todos los partidos democráticos tenemos el objetivo sincero de acabar con el terrorismo. Pero para nuestra desgracia existen en estos momentos en España dos vías enfrentadas para lograr ese objetivo común. El presidente del Gobierno busca el final del terrorismo a través de un pacto con los terroristas. Nosotros consideramos que el final del terrorismo sólo vendrá con la derrota de los terroristas.
 
Ofrecer a los terroristas un precio por dejar de matar es un inmenso error, como hemos visto en Barajas, porque sólo consigue incentivar a los terroristas en su actividad criminal para poder obtener un mayor rédito. Pero es sobre todo una insoportable indignidad democrática porque encierra la cobardía de ceder al chantaje de los asesinos y porque da una justificación histórica a los terroristas para los crímenes ya perpetrados.
 
El brutal atentado cometido por ETA no puede conducir al Partido Popular a sumarse al error en aras del consenso, como le exigen algunos, sino a Rodriguez Zapatero a la rectificación de un camino que se ha mostrado dramáticamente equivocado. Sólo esa ineludible rectificación permitirá recuperar la unidad de la inmensa mayoría de los demócratas españoles en su ya larga lucha contra el terror. La lealtad que el Partido Popular debe a la Constitución, al conjunto de la sociedad española y de forma particular a la victimas de ETA no exige sumarse a un proceso de negociación política con los terroristas que se ha mostrado tan indigno como inútil, sino exigir por todos los medios democráticos una completa rectificación de un proceso que de continuar resultará suicida para nuestra democracia.   

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