Considero que mi labor en este espacio que me brinda Libertad Digital no es la de tratar de enseñar a los lectores. Para ello hay grandes profesores y geniales divulgadores que lo hacen mejor y con mayor autoridad. Yo me conformo con tratar de arrojar luz sobre los rincones oscuros de la actualidad. Trato poner palabras a lo que creo que muchos lectores piensan, aunque sea contando obviedades que todo el mundo sabe. Desde este enfoque trataré de aportar mi minúsculo grano de arena en el intenso debate sobre la subida del IVA que padeceremos a partir del próximo julio.
La inmensa mayoría de los expertos coinciden en que subir el IVA en lo más hondo de una recesión es una zancadilla en toda regla a la economía española. Sin embargo, sus defensores suelen argumentar en defensa de la subida del impuesto que si España diera marcha atrás a estas alturas la credibilidad del país se hundiría. Y es cierto. Pero no es la mejor forma de defender su postura, ya que en el fondo es admitir que la medida es perjudicial para los españoles. Que, aunque sea un disparate, el problema es que ya se presentó ante los burócratas de Bruselas, y que ya es tarde para descubrir que este no es el camino adecuado.
El Gobierno se escuda en que la subida del IVA no repercutirá por completo en los precios. Es algo que no debería tranquilizarnos. Estamos en un momento en el que las empresas luchan por sobrevivir, en que se baten sobre el filo de la navaja. Para darles la puntilla, esta medida penalizará el consumo. Ahora con el mismo presupuesto que antes los ciudadanos podrán comprarse menos productos, y caerán los ingresos de las empresas. Muchas de ellas, que no pueden permitirse esa caída del consumo, tomarán la decisión de reducir los precios para que el consumidor no lo note. El Gobierno lo vende como un éxito, pero esto es devastador para la economía de un país. Este esfuerzo de las empresas con más problemas carcomerá sus cuentas, e impedirá que sigan invirtiendo y creando puestos de trabajo.
Como explicó Manuel Llamas en Libertad Digital, la subida del IVA sumirá al socialismo en una profunda contradicción. Si la socialdemocracia defiende las expansiones fiscales durante las recesiones y reserva las subidas de impuestos para épocas de prosperidad, en este caso hacen lo contrario. Después de defender durante toda la crisis que había que aumentar el gasto público para reactivar la economía, toman la decisión de financiar ese gasto con una subida del IVA que tenderá a deprimirla. Brillante.
Al final, la subida del IVA es una trampa que acabará atrapando a todo el mundo. Sólo aportará a las cuentas públicas, según los más optimistas, 5.000 millones de euros para tapar un agujero de 110.000 millones. Por ese precio, atrapará al socialismo, porque sus pilares ideológicos se tambalearán. A Zapatero, porque su incapacidad para gestionar la crisis ya alarma hasta a su propio partido. Pero sobre todo a los españoles, pues este caso demuestra algo que muchos ciudadanos ya no tenían presente: que un mal Gobierno puede conducir a su país a la pobreza. El responsable de la mala gestión económica es Zapatero que, al no saber gobernar, se ha dedicado a despilfarrar el dinero público. Y ahora sus errores los pagamos todos.