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Ignacio Villa

A ZP se le ve el plumero

Y esta actitud, no hay que engañarse, recuerda a los tiempos tenebrosos de los GAL. La lucha antiterrorista, con prudencia y discreción, debe de ejecutarse a la luz del día. En consenso con el Partido Popular y buscando la eficacia

La irresponsabilidad del presidente del Gobierno ha colocado al Pacto Antiterrorista en el fondo del barranco. El Pacto no está al borde del abismo, simplemente ha sido despeñado. Ahora el Ejecutivo vuelve a realizar la jugada ya ensayada en otras ocasiones, bajar la tensión para dulcificar el debate sobre el Estado de la Nación. Es la misma estrategia que Zapatero empleó en el mes de enero, cuando escenificó un Pacto Constitucional con Mariano Rajoy, con el Rey como testigo, en vísperas del Plan Ibarretxe.
 
Esta vez no ha colado y el presidente del Partido Popular, Mariano Rajoy, no ha entrado al trapo. La advertencia ha sido clara: no habrá reunión del Pacto mientras no lleve a los Tribunales a los terroristas emboscados en el Partido Comunista de los Tierras Vascas. Este anuncio de los populares era algo obligatorio y desde luego será muy bienvenido por todos aquellos que piensan que en la lucha contra el terrorismo no hay dobles estrategias.
 
Zapatero ha cometido el peor de los errores en la política contra el terrorismo. Ese error se llama cálculo, cuquería rastrera, negociación bajo cuerda y nula claridad. El presidente del Gobierno y sus ministros responsables del área llevan meses moviéndose en la ambigüedad más absoluta. No condenan, pero callan. Dejan una puerta abierta al diálogo bajo cuerda. Dicen una cosa y hacen otra. Demonizan al Partido Popular y consienten a los terroristas de Batasuna. Tontean con los nacionalistas. En fin, un larga lista de amagos y más amagos fruto, sin duda, de la negociación de trastienda.

Y esta actitud, no hay que engañarse, recuerda a los tiempos tenebrosos de los GAL. La lucha antiterrorista, con prudencia y discreción, debe de ejecutarse a la luz del día. En consenso con el Partido Popular y buscando la eficacia sin atajos indescifrables. Zapatero no ha sido leal, no ha sido sincero. El presidente del Gobierno ha caído en su propia trampa. Ha pensado que la medalla del fin de ETA podía ser para él, y ha utilizado las maneras de la mentira y de la trampa. Y en esta historia, no valen esas formas.

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