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Ignacio Villa

¿Amigos o enemigos?

No hay margen para la duda. El presidente Aznar ha dejado claro a aquellos que buscan tensar la ambiente, con el objetivo de provocar un cambio de actitud del presidente sobre su futuro, que no hay motivos para pensar en una posible rectificación sobre su decisión de no continuar al frente del Gobierno y del Partido Popular.

No se descubre ningún secreto si se afirma que es desde dentro del Partido Popular y desde algunos medios de comunicación cercanos al Gobierno donde se están moviendo las aguas para que Aznar continúe en su puesto. Son los que se dicen "amigos" de Aznar y se consideran medios de "cabecera" del Ejecutivo, quienes están caldeando el ambiente, intentando tensar una situación que, desde luego, es muy complicada pero que en todo caso necesita de sentido político y fortaleza para buscar soluciones. Lo que en ningún caso es conveniente es la tensión y el dramatismo.

Cuando estos "amigos" proponen la continuidad de Aznar no piensan realmente en una necesidad de Estado, están pensando en ellos mismos. Y es que esta "fábula" sobre Aznar, como catalogan en círculos cercanos al presidente la posibilidad de que cambie de opinión, está siendo zarandeada por aquellos que viven confortablemente al calor del actual "Jefe", y temen que se les venga abajo el "chiringuito" en caso de que el PP gane las próximas elecciones generales con un cartel diferente al de José María Aznar.

El verdadero problema es que, quienes mueven y remueven estos rumores, no han hecho más que empezar. Saben que se juegan mucho. Saben que sus castillos de influencias y de enchufes se pueden venir abajo si los actuales protagonistas del poder son sustituidos por otros, que tendrán otras preferencias y otros estilos. Para todos estos, que dicen estar en el barco del Partido Popular, el presidente Aznar les ha querido dejar las cosas meridianamente claras cuando, desde Valencia, ha afirmado que no hay motivos para cambiar de opinión y que no parece que esos motivos puedan existir en algún momento. ¡Más claro el agua!. Pero la experiencia indica que quienes han lanzado los rumores seguirán perseverando en sus intenciones tremendistas, más interesados en su propio futuro que en robustecer, como deberían, las Instituciones, los mecanismos y los resortes de la democracia.

Que nadie se equivoque. Aznar está cada vez más convencido del acierto de su decisión. Y más cuando se ha lanzado a recorrer España entera buscando un claro éxito electoral para su sucesor. Por el momento ha conseguido un primer objetivo: poner nerviosos a los socialistas. Sí hay algún error electoral que puede cometer Rodríguez Zapatero y la dirección del partido es recuperar a las figuras del felipismo, cantando a los cuatro vientos las maravillas de unos años de corrupción y desgobierno. Ese es el mejor favor que el PSOE puede hacer al Partido Popular. Si la oferta socialista es recuperar el "felipismo", ¡apañados estamos!. Desde luego así se las ponían a Felipe II.

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