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Ignacio Villa

Aznar arrincona a Zapatero

Como tantas otras veces, la crisis institucional en la Asamblea de Madrid, ha servido para poner encima de la mesa uno de los grandes problemas que sufre el Partido Popular: la "Aznar-dependencia". La sesión de control del pasado miércoles en la que el presidente del Gobierno vapuleó dialécticamente a Zapatero y a Llamazares ha sido un revulsivo en las filas populares que miraban, paralizados, de reojo a la posible actitud de su Jefe.

La contundencia de Aznar en el Parlamento ha sido como el pistoletazo de salida; en el Partido Popular ven seguro al presidente y por lo tanto se sienten seguros. No es la primera vez que ocurre esto; es más, es una vieja historia que siempre provoca reacciones lentas en los inicios. Cuando Aznar habla, todos hablan; pero si el presidente se refugia en el silencio, nadie sabe qué decir. Esta relación entre la acción y la reacción en un futuro no muy lejano, después de la sucesión, se puede convertir en un arma de una alto peligro interno. Esta dependencia de Aznar no es buena, aunque en esta ocasión haya sido un auténtico revulsivo.

En fin, lo cierto es que ahora después de las muestras de seguridad de las que Aznar hizo gala el pasado miércoles, en el PP se respira tranquilidad, y observan cómo la batalla de la Asamblea de Madrid está dejando de ser un problema para convertirse en un trampolín. El Partido Popular no tiene nada que esconder y por lo tanto no debe asustarse de forma timorata. La crisis institucional de la Asamblea de Madrid está provocada única y exclusivamente por dos diputados díscolos del Partido Socialista. Ellos son los que han encendido la llama de esta crisis y ellos deben explicarlo.

Tamayo y Sáez están incluidos en una lista electoral que debe de superar distintos filtros. Aquellos que incluyeron a estos diputados en la lista patrocinada por la FSM son los que tienen que asumir las responsabilidades políticas. Si lo sabían, por consentirlo; y si no lo sabían por verdadera ineptitud política. A estas alturas de la película, además de la contundencia de Aznar, tenemos otra realidad inapelable: Rodríguez Zapatero se encuentra en el momento más bajo de su liderazgo en el Partido Socialista. Su incapacidad por poner orden interno en las filas socialistas, su negativa a buscar los responsables dentro del PSOE y una ausencia total de una línea clara a la hora de dirigir a su partido son tres aspectos que están dejando por los suelos su credibilidad.

Zapatero se mueve bien en el terreno constructivo, pero es un desastre a la hora de imponer una disciplina interna y mucho más si tiene que tomar medidas. Envuelve bien el caramelo, pero luego el caramelo es de muy baja calidad. El secretario general del PSOE vive un momento delicado, muchos circos con todos sus "enanos" respectivos. Si en el próximo Debate sobre el Estado de la Nación no respira un poco, su futuro, definitivamente, se habrá complicado. Vamos a entrar en una semana crucial para solucionar la crisis de la Asamblea de Madrid. Ya nadie discute la necesidad de una nueva convocatoria de elecciones. Ahora esta crisis, que ha colocado en el escaparate muchas de las deficiencias políticas que tenemos, nos deja dos enseñanzas: Aznar mantiene la buena forma de su partido como ya demostró en la reciente campaña electoral; aunque el PP continua con un alto grado de dependencia de su Jefe; por su parte Rodríguez Zapatero ha vuelto a fracasar en su estrategia; si en el primer momento los socialistas se hubieran apuntado a una nueva convocatoria, algo casi evidente, ahora tendrían el viento a favor.

Se han empecinado en el error y ahora están contra las cuerdas. La política no es una ciencia exacta, por ello no hay nada predecible. Y además siempre existe un componente psicológico decisivo para los combates políticos diarios. A día de hoy no hay ninguna duda, Aznar le ha cogido el aire a Zapatero, tiene sus medidas, se siente superior y no lo oculta. Una diferencia, entre uno y otro, que además va en aumento. Aznar tiene arrinconado a Zapatero.


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