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Ignacio Villa

Aznar, el gran ausente

La Comisión de investigación sobre el escándalo Gescartera está en marcha. El visto bueno del Pleno extraordinario del Congreso ha servido para que arranque esta Comisión que, en estos momentos, no sabemos hasta dónde nos llevará. Sin embargo, el trámite del Pleno parlamentario nos ha dejado ya una sorpresa: José María Aznar no ha estado presente, es más, no ha aparecido en ningún momento por el viejo caserón de la Carrera de San Jerónimo. Una ausencia que llamó más la atención, precisamente, por las presencias. Estaba el Gobierno en pleno: Rajoy, Rato, Montoro, Piqué, Aparicio, Villalobos, Del Castillo, Posada y un largo etcétera. Estaban sus principales nombres, pero él no estaba. El presidente del Gobierno, que ha advertido que se va a investigar hasta el final, “caiga quién caiga”, no ha estado en el Parlamento. Un gesto que, sin duda, todos los suyos estarán intentando desentrañar; estarán intentando encontrar el motivo que explique la actitud del presidente.

Unos pensarán que la ausencia de Aznar se debe a que se quiere distanciar del caso y que sean los ministros que hayan podido cometer negligencias quienes den la cara. Otros –los más positivos e ingenuos– dirán que la ausencia de Aznar sitúa a la Comisión de investigación en su sitio, es decir, en un lugar de no excesiva importancia. Hay quienes opinarán que esta ausencia es un duro golpe a Rato y Montoro, principales ministros afectados por el escándalo Gescartera. Y hay quienes apostarán por un Aznar enfadado, distante y frío, que no está dispuesto a verse salpicado por una mota de corrupción. Por último, algunos sugerirán que Aznar ha querido dejar claro que se siente traicionado por los suyos y que no será él quién solucione el “papelón”.

Aznar no acude al Pleno del Congreso y deja la puerta abierta a la especulación, al interrogante, al despiste y a la desconfianza entre los más cercanos. La ausencia de Aznar tiene trastienda, no hay que dudarlo. La cuestión es averiguar la verdadera dimensión de esa ausencia. Con su actitud, Aznar mete más presión a la sucesión. Los cuatro meses que faltan hasta el Congreso del PP en el mes de enero van a ser de silencios, amagos y también de muchos nervios. La ausencia de Aznar del Pleno es una llamada da atención a todos los suyos. El problema es que esas llamadas de atención del “jefe” son, habitualmente, difícilmente interpretables. Al final, cada uno se apunta a la teoría que más le interesa para buscar la tranquilidad. Pero todos saben que Aznar está muy enfadado. Posiblemente, como no ha estado nunca desde que llegó al Palacio de La Moncloa.

Y mientras tanto, en los bancos de la oposición había pleno, incluido Felipe González. El diputado González, que nunca tiene tiempo para acudir al Congreso, con Gescartera parece haber encontrado un hueco.

¡Cómo cambian las cosas!

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