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Ignacio Villa

Aznar gana la partida

La visita de tres días que ha realizado el presidente Aznar a Estados Unidos ha servido para levantar acta de que las relaciones entre Madrid y Washington son diferentes, y que en estos últimos meses han subido varios peldaños. En esta ocasión, el presidente del Gobierno español no ha sido tratado como un simple invitado de compromiso. José Maria Aznar ha recibido el trato, el respeto y el afecto de un aliado, de primera línea, que ha sabido corresponder generosamente en un momento complicado. Lo que ha quedado claro es que España ya no es un invitado ocasional e intrascendente, recibe el trato especial y especifico de los grandes países que están en el "núcleo duro" de las grandes decisiones.

Es cierto que José Maria Aznar ha estado muchas veces en Washington desde que llego a La Moncloa, que ha sido siempre bien tratado por el presidente Clinton y por el presidente Bush, y también que ha sido recibido correctamente por la administración norteamericana. Pero de lo que no hay duda es que esta vez todo ha sido diferente. La visita se ha desarrollado en un ambiente de predilección y de verdadero entendimiento.

Esta vez, Aznar ha sido tratado como un invitado de primer rango, y cuando esto ocurre las diferencias positivas se notan. Entrevistas, encuentros, piropos y reuniones de trabajo en una de las agendas viajeras mas completas de las que ha tenido en siete años de Gobierno. El presidente Aznar ha comenzado a recoger los frutos de una decisión "cuasi personal" que tomó el pasado mes de enero con la guerra de Irak como motivo. Una apuesta que ha significado muchas criticas internas, pero que ya nos ha dejado unos resultados muy importantes, tanto en la política exterior como en la política interior de España.

El resultado mas significativo, el más llamativo por su importancia y por su trascendencia política, ha sido la inclusión de Batasuna en la lista de organizaciones terroristas que persiguen los Estados Unidos. Algo que se ha convertido en realidad gracias al empeño personal de Aznar y al compromiso responsable de Bush. Una decisión, en definitiva, que se traduce en una clara reflexión: en esto de la política, la vieja teoría de la "química" personal entre mandatarios es cierta, de la confianza mutua y del entendimiento entre dos dirigentes políticos pueden surgir buenas decisiones que afecten a toda la sociedad.

Para terminar, debo de reconocer, que mientras que el presidente Bush y el presidente Aznar comparecían ante la prensa en el majestuoso "hall" de la Casa Blanca, no he podido esquivar un interrogante: ¿Qué pensará Rodríguez Zapatero cuando vea y escuche unas imágenes que tiran por tierra la política zafia y rastrera que ha mantenido el PSOE con la guerra de Irak?

Un interrogante sin respuesta, hasta que me he enterado de la simpleza de su respuesta. Una reacción vacía y sin pulso político, como nos tiene acostumbrados. Pero es que, además, no he podido rebatir tampoco una evidencia: ¡Que ataque de nervios habrá sufrido Felipe González al ver como sin su "necesaria presencia" España sigue su andadura, incluso es reconocida internacionalmente mucho más que cuando estábamos inmersos en la época de la corrupción y el amiguismo! Desde luego, seria inteligente por parte de la oposición aplaudir la ayuda internacional contra el terrorismo etarra y reconocer que Aznar en este capitulo ha ganado la partida. Pero por lo que estamos viendo, para el PSOE, es mucho pedir.


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