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Ignacio Villa

Aznar para el golpe... y algo más

Las elecciones del 25 de mayo no han defraudado. Los comicios municipales y autonómicos de este pasado domingo han activado, como era previsible, muchas de las claves políticas que estaban relacionadas con los resultados de las urnas. El 25 de mayo ha sido una cita de un alto voltaje político, abre muchas puertas, cierra otras y deja en espera algunas de las grandes cuestiones pendientes.

La primera conclusión es evidente: José María Aznar ha recuperado para su partido el terreno perdido. El esfuerzo personal del presidente del Gobierno en la campaña electoral ha sido premiado por los ciudadanos. Aznar recupera toda la credibilidad y el liderazgo interno. Después de meses difíciles, en los que por primera vez se han escuchado críticas en las filas populares, el jefe del Ejecutivo ha dejado a todos en su sitio. El presidente sale reforzado de estas elecciones y la perdida de la Comunidad de Madrid se amortigua con la recuperación de las Islas Baleares y de un buen ramillete de capitales de provincia. Aznar ha devuelto, con su protagonismo electoral y con los resultados cosechados, la tranquilidad y el sosiego a la barca popular.

Dicho lo cual, surge la segunda idea: Aznar se queda con la manos libres para administrar, según su criterio, el proceso de la sucesión. El presidente del Gobierno, que, previsiblemente, mantendrá los calendarios, no va a recibir crítica interna alguna sobre la elección del sucesor. Con estos resultados, el presidente se siente respaldado por los suyos, e interpreta que su gestión ha sido refrendada por el electorado. Así pues, el calendario de la sucesión queda en manos de Aznar.

Por su parte, el Partido Socialista vive una situación complicada. Rodríguez Zapatero no ha pasado con buena nota su primer examen electoral. Es más, se ha salvado por los pelos. La victoria en la Comunidad de Madrid, por la mínima, de la “coalición” PSOE-IU que daría la presidencia a Rafael Simancas, se ha convertido en la tabla de salvación del líder del PSOE. Zapatero ha demostrado su incapacidad para capitalizar el descontento hacia el Gobierno. Es evidente que Zapatero no ha sabido convertir en votos a los acompañantes de las pancartas y que ha fallado en su estrategia en un momento dulce para cualquier oposición que se precie. El líder del PSOE sale "tocado" de estas elecciones. El "muñeco" se podrá vestir de la mejor manera que se quiera, pero los datos no engañan: el PSOE no ha conseguido acoger en sus siglas las expectativas creadas.

Este 25 de mayo también nos deja un nombre propio: Alberto Ruiz Gallardón. El nuevo Alcalde de Madrid, reconciliado con el partido y con el presidente Aznar, con un mayoría absoluta solvente en un momento difícil, con una demostrada capacidad de gestión, se coloca en un lugar de privilegio. Estará o no estará en la sucesión, eso ya lo veremos con el tiempo; pero a día de hoy ya no se pone en cuestión en las filas populares que Gallardón se ha instalado en el núcleo duro del partido. "Desde ahora –dicen claramente– hay que contar con Gallardón". Quizá no llega a tiempo para la elección de septiembre, pero de lo que ya no hay duda es de que se confirma como uno de los referentes en el Partido Popular.

Y no podemos terminar este análisis sin una mirada a Cataluña, donde el "proyecto Maragall" ha recibido un correctivo muy fuerte. El retroceso del PSC en el Ayuntamiento de Barcelona, y los ajustes de Lérida y Gerona, provocan un claro aviso para las "subidas y bajadas" de Pascual Maragall. A cinco meses de las elecciones autonómicas, pensar que estos resultados no contienen mensajes para el PSC sería un grave error estratégico. Maragall debe tomar buena nota, mientras que Artur Mas ve la puerta abierta en unas elecciones que se preveían como el final del poder nacionalista. Es cierto que los resultados no se pueden trasladar a dos contextos bien diferentes; pero también es verdad que, en la política catalana, los vasos comunicantes funcionan en todo momento.

En definitiva, el 25 de mayo no ha defraudado. Efectivamente, han sido unas elecciones con una fuerte carga de política nacional. Aznar ha parado el golpe... y algo más; mientras que Rodríguez Zapatero, de nuevo, ha vuelto a quedarse en las apariencias. Los comicios han dejado a cada cual en su sitio.


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