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Ignacio Villa

Aznar ya no escribe en su cuaderno azul

¡Me lo creo! En este final de legislatura, en el que José María Aznar ha impuesto un marcado estilo presidencialista a su gestión, me creo a pies juntillas que el vicepresidente primero del Gobierno, coordinador de todos los Ministerios y responsable de la acción política del Gobierno no tenga la más remota idea sobre los planes y los calendarios que pueda tener el presidente Aznar sobre la inminente y obligada crisis de Gobierno. En Moncloa, el chiste no falta en los pasillos: "los secretos de Aznar ya no los tiene ni su cuaderno azul".

La crisis del Prestige derivada en una debacle política para el Ejecutivo ha llevado a su presidente a encerrarse a cal y canto. No habla y no consulta. Dice que se siente solo y posiblemente es cierto. Es la soledad de quien la busca. Por eso, Mariano Rajoy dice no saber nada, y lo chusco es que es cierto. La crisis de Gobierno depende únicamente del presidente Aznar, y como en tantas otras ocasiones se lo comunicará en el último momento y en el último instante a los interesados y a los responsables de la coordinación. En fin, un estilo que también ha tenido sus sonados fracasos, con nombramientos más cerca de lo inexplicable que del sentido común: Anna Birulés, Pío Cabanillas o Ana Palacio son algunos de esos nombramientos que a día de hoy son difíciles todavía de explicar políticamente.

Dicho esto, es claro que la crisis es inminente por un simple calendario electoral. En la quiniela de cambios hay sólo signo fijo: la marcha de Jaume Matas a la candidatura autonómica de Baleares. Junto a eso, suenan dos nombres con cierto fundamento para entrar en el Gobierno: Mercedes de la Merced y Edurne Uriarte. La primera, que ha tenido varias conversaciones con el presidente en estos últimos meses, tiene una promesa de Aznar: "fíate de mí, que nunca me he olvidado de ti". Sobre Edurne Uriarte, un comentario: el presidente Aznar no ha ocultado detalles con ella en público en estos últimos meses. Fue muy comentado el de la Convención Nacional, donde Aznar abandonó su puesto en la presidencia para bajar a saludar a esta profesora universitaria del País Vasco. Pero con Aznar hacer quinielas es jugar a la ruleta. A él le gusta ver cómo todos juegan y casi nadie acierta, y por el momento no le daremos desde estas líneas el "gustillo" de ese divertimento.

Para terminar, en este ambiente de cierta "revueltilla" interna, no pasa desapercibida la remodelación que ha realizado el ministro de Trabajo, Eduardo Zaplana, en su departamento. Zaplana, después de unos meses de acoplamiento, ha comenzado a colocar personas que, por un motivo o por otro, son de su plena confianza. Zaplana, con estos cambios, ofrece un claro mensaje de estar plenamente asentado en Madrid, con "proyectos de futuro" y con "buenas conexiones" con todos los centros de poder popular. Es, pues, un claro mensaje interno de que quiere estar en la pomada y de que lo va a estar hasta el último minuto.

En fin, mes de febrero movidito. Se acercan las elecciones municipales y autonómicas y luego llega el gran momento, el momento estelar: ¡la sucesión!. Y nadie se la quiere perder desde una buena posición. ¡Por si suena la flauta!

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