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Ignacio Villa

Bofetón para ZP

Decisiones como las del Tribunal Supremo son un alivio pasajero en el tortuoso camino por el que nos conduce Zapatero. El mero hecho de que supongan un consuelo, que sean noticia de portada, significa que nuestra democracia está muy deteriorada.

La decisión del Tribunal Supremo en la que determina que las asociaciones juveniles de ETA son organizaciones terroristas es una excelente noticia, que además supone un auténtico bofetón en la cara del proceso de rendición, ese que Zapatero se obstina en mantener en marcha. No obstante, es un poco sorprendente que sea una noticia de portada el que la Justicia diga que los terroristas son terroristas. Y es que el gran éxito que supuso para los demócratas españoles el reconocimiento judicial de que todas las secciones del organigrama etarra forman parte de la banda terrorista parecía ya algo olvidado y lejano.

El problema nació con esta legislatura, en la que Zapatero y su Gobierno han volado todos los diques que al Estado de Derecho le llevó años levantar para defendernos del terrorismo. Era su manera de facilitar el diálogo con ETA y así encauzar el proceso de rendición. De hecho, ahora que la Justicia reacciona y deja las cosas donde deben estar, el Gobierno ha vuelto a quedarse fuera de juego, más cerca de las pretensiones etarras que de sus obligaciones democráticas.

La decisión del Supremo llega el día después de que Zapatero e Ibarretxe se reunieran en Moncloa de forma clandestina. Sólo después de ese encuentro a escondidas se hicieron públicos dos comunicados en los que se recogía la buena sintonía y los deseos de trabajar juntos por la paz. Buenas palabras tras las que se esconden perversas intenciones. Esta misma semana la portavoz del Gobierno vasco imponía a Zapatero dos condiciones para pactar: acercamiento de presos y derogación de la ley de partidos. Si pocas horas después los dos políticos se reúnen y salen con acuerdos bajo el brazo es que el presidente del Gobierno ha vuelto a pactar para sacar adelante su plan de rendición "como sea".

Zapatero ha fracasado en su proceso. Ahora, después del atentado de Barajas, necesita socios nuevos y los ha encontrado entre los nacionalistas vascos, aquellos que siempre han defendido la cesión completa y total a las pretensiones de los terroristas, más que nada porque son las suyas propias. El árbol y las nueces, recuérdese. Zapatero e Ibarretxe parecen entenderse a la perfección en ese terreno.

Decisiones como las de este viernes del Tribunal Supremo son un alivio pasajero en el tortuoso camino por el que nos conduce Zapatero. El mero hecho de que supongan un consuelo, que sean noticia de portada, significa que nuestra democracia está muy deteriorada. Nuestras libertades son ahora mismo arcilla en manos de un irresponsable visionario. No cabe, por tanto, esperar nada bueno de lo que nos queda por delante.

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