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Ignacio Villa

Cada uno en su sitio

La banda terrorista ETA ha vuelto a hablar con el único lenguaje que
conoce. Ha vuelto a realizar lo único que sabe hacer. Ha vuelto a actuar de la única forma que ellos entienden. Las personas de bien, los demócratas no tienen dudas: ETA y Batasuna, son una auténtica banda de criminales y de pistoleros. Son terroristas, son asesinos y son también unos mafiosos. Con ETA ya no hay sorpresas, simplemente hay nuevas confirmaciones de su actividad. Colocar un coche-bomba en el paseo de la Castellana, junto al estadio Santiago Bernabéu pocas horas antes de una semifinal de la Liga de Campeones es el ejemplo más claro. Gente sin principios y degenerada, enloquecida por las bombas y por las pistolas, y que sólo viven para el exterminio.

Hasta aquí la exposición clara de lo que es ETA, de sus objetivos y
tambien de la directa complicidad de Batasuna en toda su actividad. ETA es lo que es, Batasuna es lo que es. Ellos se empeñan en demostrarlo una y otra vez para que no tengamos dudas. Una actitud condenable y criticable desde todos los puntos de vista, pero que el nacionalismo vasco sigue empeñado en cubrir, esconder y justificar. Cada vez que Javier Arzalluz, la última hace pocas horas, sale en defensa de Batasuna, critica su posible ilegalización, y advierte de los "peligros" del Gobierno del PP, se está poniendo en el mismo frente, del mismo lado que los que han puesto el coche-bomba en el Paseo de la Castellana. Cada vez que Arzalluz, en busca de su propia supervivencia, clama por los ataques de "Madrid", se compadece de los "chicos de la gasolina", o justifica sin ambages la presencia de Batasuna en la vida política vasca, vuelve a situarse junto a los que han colocado uncoche bomba en un lugar tan populoso como Embajadores.Con los "sermones" de los dirigentes nacionalistas se ofrece oxígeno permanente a ETA, se ofrece cobertura política a Batasuna y se ejercita una clara complicidad con los que convierten el País Vasco en un territorio de pistoleros, de mafiosos y de asesinos.

ETA mata y asesina, pero además, como ya sabemos todos, la banda terrorista ha articulado una amplia estructura de caracater económico para mantener a sus pistoleros y a su "familia". El nacionalismo, sabiendo todo esto, conociendo todo el entramado, escuchando, muchas veces desde su propias casas, las bombas y los disparos, siguen ofreciendo la cobertura política que necesitan los asesinos para seguir con sus penosos objetivos. Y, lo que es más grave, con el paso del tiempo, los dirigentes nacionalistas son cada vez más complices de lo que está ocurriendo. Han dejado de estar en tierra de nadie para tomar partido por ellos. Las hemorótecas así lo demuestran.

Por cierto, después de lo ocurrido en Madrid, ¿mantendrá el PSOE su ambigüedad sobre la reforma de la Ley de Partidos Políticos? Esperamos que, al menos ellos, dejen de hacer el canelo. Están jugando con fuego y sus militantes y votantes no lo entienden. Suponemos que sus dirigentes se estarán dando cuenta. Por el bien de todos, así lo esperamos.

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