Menú
Ignacio Villa

Cambiar el paso

En esta ocasión, el Partido Popular ha hecho lo único que podía hacer. Después de tantos años de Gobierno y ante la demostración de que José Bono está sobradamente asentado en la presidencia de Castilla-La Mancha, el único camino posible para poder derrotar en las urnas al político socialista es cambiando el paso, desconcertando y apostando por una novedad. Es cierto que, como en toda apuesta, existe un riesgo real. Pero entre el precipicio y el éxito hay muy poco margen. Se puede pasar del éxtasis al desastre en un suspiro. Pero desde luego, es una de las pocas formas que hay en política para dar la vuelta a un mapa electoral que permanece inalterable desde hace años.

La nominación de Adolfo Suárez Illana para la candidatura del PP en las elecciones autonómicas de Castilla-La Mancha es una apuesta decidida del propio José María Aznar. En parte, recuerda a sus inicio político, cuando llegó a Castilla-León como un perfecto desconocido abocado a perder. Entonces, por un margen muy pequeño de votos, alcanzó la presidencia de una comunidad en la que nadie daba un duro por él. Ahora, Suárez Illana repite la operación, aunque con la sustancial diferencia de que el PP es un partido de Gobierno que le respalda sin fisuras.

José Bono, que es un político de larga experiencia, sabe que la nominación de Suárez Illana no ha de tomarse con frivolidad. Él ya tiene una amarga experiencia en el último Congreso del PSOE, cuando fue derrotado en la pelea por la secretaría general por un diputado joven, sin apenas experiencia de alta política y que luchaba, en teoría, contra la corriente del partido. Al final, Rodríguez Zapatero venció en una batalla que Bono, por su experiencia y trayectoria, tenía ganada. Este recuerdo lo tendrá Bono en mente ahora mismo y seguramente le ayude a optar por una posición prudente para que la historia no se vuelva a repetir.

Por todo lo expuesto, resulta extraño que José Bono esté cayendo en la trampa de recurrir al argumento del “arraigo” personal para descalificar la candidatura de Suárez Illana. El popular Javier Arenas se lo recordaba este lunes: la primera vez que Bono se presentó a las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha no estaba empadronado en la región. Parece un dato más que suficiente para aparcar definitivamente una teoría que fomenta políticas localistas y estancadas más que gestiones eficaces y cercanas a los ciudadanos.

Cuando el Partido Popular ha elegido a Suárez Illana sabía de antemano que el trabajo de lanzamiento de un candidato nuevo estaba ya hecho. El reconocimiento general del apellido Suárez tiene efectos en sí mismo. Las encuestas que se manejaban en la región no hace muchos días arrojaban, por ejemplo, el dato de que Agustín Conde estaba a catorce puntos de Bono, mientras que ahora mismo, y sin trabajo de campo, Adolfo Suárez Illana ha rebajado a la mitad esa diferencia. Desde luego, Adolfo Suárez no es la solución mágica, pero sí que es una posibilidad.

Por cierto, un aviso para navegantes interesados y medrosos. Suárez Illana no es del llamado “clan de Becerril”. Así lo ha manifestado él mismo repetidas veces, aunque más de uno del “clan” predica a los cuatro vientos la influencia de un “grupúsculo” que el propio Aznar dinamitó en el último Congreso. Desde luego, Suárez Illana no necesita a los “becerros”, puesto que tiene el apoyo directo de Aznar. Y con eso, es más que suficiente.

En Opinión