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Ignacio Villa

Chavismo con ese

Chaves y Zarrías han decidido actuar como es habitual en ellos: sin tener en cuenta a los ciudadanos y a sus intereses, sin valorar la importancia de las inquietudes de los propios habitantes de Marbella y abandonando a la democracia en un rincón.

El escándalo de corrupción en Marbella, además de ser utilizado desde los medios de comunicación afines al Gobierno para distraer la atención sobre cuestiones clave como la reforma del Estatuto catalán o los pactos con los terroristas etarras, ha servido para abrir los ojos a mucha gente: en Andalucía hay un régimen político diferente al del resto de España. Siendo conscientes del uso que desde Moncloa se está haciendo de él, la realidad es que el escándalo de Marbella ha servido para dejar al descubierto –de forma descarada y visible en toda España– en que ha convertido Manuel Chaves a toda Andalucía.

Sin tenerlo previsto en el guión, Marbella ha evidenciado en que consiste el "régimen chavista" que pervive desde hace años en esa comunidad autónoma. Es la imposición de la mentalidad de un partido único al estilo del PRI mexicano, ahogando a la opinión pública que se queda fuera de la línea oficial, imponiendo un "chantaje revolucionario" al mundo empresarial, silenciando a todos aquellos que discrepan del oficialismo imperante y "comprando" a una sociedad instalada en una situación de atrofia sin capacidad de reacción.

Manuel Chaves, junto a su inseparable Gaspar Zarrías, ha quedado desnudo en el escaparate público. El motivo es bien sencillo: su rotunda negativa a qué se celebren elecciones anticipadas. Una vez dejada atrás la urgencia de no hacer nada, la realidad ha obligado a la Junta de Andalucía a disolver el Ayuntamiento y nombrar una Junta Gestora, pero se ha negado en rotundo a que los ciudadanos elijan libremente un nuevo consistorio. Y es que las encuestas ofrecen una clara victoria del Partido Popular; además de que al PSOE lo han cogido con el pie cambiado y sin posibilidad de cimentar con credibilidad a un nuevo candidato a tiempo.

Con este panorama Chaves y Zarrías, mano a mano, han decidido actuar como es habitual en ellos: sin tener en cuenta a los ciudadanos y a sus intereses, sin valorar la importancia de las inquietudes de los propios habitantes de Marbella y abandonando a la democracia en un rincón. Ante la explosión de un escándalo de unas dimensiones imprevisibles optan por el estilo habitual en la región, consistente en amordazar a los ciudadanos, gobernar para sus intereses y cerrar todo acceso al poder. Es el gesto más claro de que en Andalucía hay un régimen político asentando en el uso desproporcionado del poder. Un régimen llamado "chavista" y que se escribe con ese.

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