El descanso del fin de semana ha servido para poco. Después de dos días de descanso y de “aire”, los populares y los socialistas continúan encallados en las negociaciones para la renovación de las grandes instituciones del Estado. Jugando al ratón y al gato, como dos novios enfadados juegan al despiste, a la llamada perdida y al pataleo. Juegan y juegan, pero no se ponen de acuerdo. Cada uno tira en su dirección, buscan acuerdos que puedan vender positivamente a los suyos, cambian nombres y quinielas de importantes órganos del Estado como quien regatea divertido en un “mercadillo” de domingo.
Eso sí, no faltan ruedas de prensa, declaraciones encendidas, afirmaciones contundentes, ataques dirigidos. Mucho espectáculo, pero pocas novedades. Y lo que es peor, las horas siguen pasando, el acuerdo no llega y la imagen ofrecida por las dos partes es cada vez mas triste. Los dos grandes partidos van a salir "tocados" de toda esta operación. Su incapacidad para negociar, y para situar en primera línea de sus intereses a los ciudadanos y no sus intereses partidistas, están abriendo una amplia brecha entre la opinión publica y el trabajo parlamentario, que parece cada vez más lejos de la realidad.
El Partido Popular impone sus condiciones, el PSOE insiste en las suyas. Lo que hace dos días no era presentable, hoy es aceptable. Nombres rechazados hace días hoy reciben el visto bueno, y los agraciados antes, ahora son tachados de las listas. Difícil de entender, pero sobre todo difícil de explicar. Esto continuará hasta quién sabe cuándo. Pase lo que pase el espectáculo esta ofrecido, y sinceramente, no es muy edificante. ¿Se atreverá alguien a cantar ahora las maravillas del Pacto sobre de la Justicia? Tiempo al tiempo.
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