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Ignacio Villa

Cursilería peligrosa

Zapatero filosofa sobre la vida, sobre los sentimientos y sobre la historia. Redicho, cursi y aparatoso en las formas, pero vacío en el fondo

Nunca tanta retórica estuvo tan vacía de contenido. Nunca se solemnizó de esta forma lo obvio, cuando no lo contradictorio. Nunca tanta vacuidad se descubrió en las intervenciones públicas de un presidente del Gobierno. Parece que dice mucho, para luego no decir nada y cuando intenta concretar algo es pavoroso lo que se puede intuir.
 
¿Saben de quién estamos hablando? Efectivamente, no es muy complicado. Nos referimos a José Luis Rodríguez Zapatero. La rueda de prensa ofrecida este martes en Naciones Unidas como adelanto a su intervención ante la Asamblea General es un ejemplo muy clarificador de alguien que no sabe lo que dice y que desde luego es mejor que no dijera nada. Cuando hace amago de realizar grandes planteamientos en público es para echarse a temblar.
 
Zapatero, tan campante, como quien habla del último partido de liga, ha aprovechado su estancia en Naciones Unidas para decir que la paz necesita más valentía que la guerra o que propone una gran alianza internacional para que no vuelvan a construirse muros entre civilizaciones. Zapatero filosofa sobre la vida, sobre los sentimientos y sobre la historia. Redicho, cursi y aparatoso en las formas, pero vacío en el fondo.

Zapatero se enreda en sus propias trampas dialécticas, con un resultado final desastroso. El presidente del Gobierno, intenta frenar su falta de gestión, con palabras y más palabras. Al final todo es simple palabrería. Vacía y sin sentido. El problema es que cuando esa palabrería viene de un responsable político se convierte en peligrosa. Esto no es juego, ni una adivinanza. Y Zapatero es llamativamente superficial. Ese es el problema.

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