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Ignacio Villa

De Lula a Kirchner: del amor al desamor

Las visitas oficiales que los presidentes Lula Da Silva y Nestor Kirchner han realizado a Madrid han servido para observar gráficamente que las relaciones del Gobierno español con los dos nuevos responsables políticos de Brasil y Argentina son bien diferentes. Con Lula, el presidente Aznar ha tenido un auténtico flechazo casi instantáneo, con Kirchner ha guardado las distancias. Aznar visitará Brasilia en octubre, mientras que Buenos Aires tendrá que esperar. Demasiados contrastes, demasiadas diferencias en un terreno en el que las casualidades nunca existen y en el que las actitudes no siempre se pueden explicar correctamente.

Las relaciones en política tienen estas cosas; ininteligibles unas, inexplicables otras. Con Lula, Aznar ha cometido el mismo error que ha cometido con un buen puñado de presidentes iberoamericanos. Dejarse llevar por un primer golpe de vista, por una primera impresión que después le ha causado muchos quebraderos de cabeza. Pastrana, Chávez, Duhalde o Toledo son cuatro nombres que demuestran que no siempre el jefe del Ejecutivo y sus asesores han acertado a la hora de plantear la política exterior en aquel continente. Aznar ha pensado, más de una vez, que su tutela y experiencia iban a ser escuchadas y obedecidas de forma inmediata desde las distintas capitales iberoamericanas, y al final la influencia y el liderazgo se ha desplomado estrepitosamente. El Gobierno español sugería y el presidente de turno hacia lo que le venía en gana. Eso sí, antes el Ejecutivo español había dejado encima de la mesa cuantiosos cheques, con unas cantidades astronómicas de dinero, que nunca fueron devueltos.

Con Lula Da Silva el amor se ha producido a primera vista y por lo que todo el mundo a podido percibir Aznar se ha encandilado con el nuevo presidente de Brasil. En cambio, con el presidente argentino Nestor Kirchner, el jefe del Ejecutivo español se ha mostrado correcto, a la vez que frío y distante. Ha reiterado la amistad española con Argentina, incluso su confianza en que la economía argentina se recupere, pero se ha cuidado, muy mucho, de mostrar gestos de buen entendimiento con el presidente argentino.

Con Lula, Aznar se ha dejado llevar por la "física y por la química", sin importarle la consistencia y los proyectos del presidente brasileño, con Kirchner las reservas han sido todas. ¿Razones?, inescrutables. Aunque puestos a preferir, y con la experiencia que tenemos del pasado, es preferible iniciar estas relaciones con prudencia. Tiempo habrá para intimar, sin cheques de por medio.

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