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Ignacio Villa

De nuevo el modelo González-Guerra

¡Esto me suena! En el Partido Socialista se ha consumado un reparto de papeles. Se repite el modelo del 82 con Felipe González y Alfonso Guerra. Uno el bueno y moderado, el otro el malo y rugiente. Veinte años después volvemos a la misma estrategia. Rodríguez Zapatero se queda, aunque sea sólo a ratos, con la etiqueta de bueno y pausado; mientras que Jesús Caldera se erige en el coco del PSOE, un coco experto en el "typex" y en la pifia.

Este reparto de unos y otros no ofrece dudas a la luz de los acontecimientos de estos últimos días. El PSOE agita la calle, se acerca a Izquierda Unida sin rubor, utiliza electoralmente el conflicto iraquí, se convierte en una oposición asamblearia y al final dice que ellos son los buenos de la película.

Por un lado, tenemos al secretario general del PSOE pidiendo perdón al PP, llamando al orden en las calles y diciendo que la crispación viene desde las filas del PP. Palabras más o menos pausadas. Es decir, ahí tenemos al bueno. Por otro lado, encontramos a Caldera siempre enfadado y gruñón. Al portavoz socialista todo le parece impresentable e increíble; para él, el PP siempre está en el límite. Todo al límite menos cuando con el "typex" en ristre cambia y trafuca documentos, para mentir en el Congreso. Con estos antecedentes, llega ahora este señor y nos dice a todos los españoles que "el que sobra en España es el Gobierno del señor Aznar, no las bases militares". Sinceramente, Caldera da miedo. Es el reflejo puro de la inestabilidad política, del acoso y derribo a cualquier precio, de la "machada" buscando el titular más grande de los posibles. En fin, un auténtico peligro incluso para su propio partido.

El PSOE, con este modelo que en el 82 le llevó a La Moncloa, se muestra convencido de que puede volver a disfrutar del éxito. Ellos sabrán lo que hacen. Aquella vieja fórmula, ciertamente, les llevó al poder. Pero también les colocó ante la corrupción, la guerra sucia, el robo de fondos públicos y el descontrol económico. Y terminó con los dos protagonistas pasados de rosca. El bueno por estar fuera de la realidad y por enterarse, decía, por la prensa. El otro por quedarse en el camino víctima de sus maldades.

En definitiva, aquel modelo que les llevó al poder, dejó a la vista de todos los españoles la falacia de un partido que colocó a España al borde del colapso político con un lastre de complicada recuperación. Veinte años después intentan repetir la jugada. Pero esta vez, esperemos que la experiencia de lo ocurrido sea un grado en las urnas. Esta vez, confiemos, que nadie se olvide de los desmanes del "felipismo". Aunque Rodríguez Zapatero intenta echar tierra encima, está demostrando que es una repetición de los viejos tiempos. El bueno y el malo amenazan de nuevo. ¡Alarmas encendidas!


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