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Ignacio Villa

¿De quién fue la idea?

El viaje oficial que Jose Maria Aznar ha realizado a los Estados Unidos se puede considerar, sin ninguna duda, como el mejor de los organizados desde que es presidente del Gobierno. Ha tenido todos los ingredientes necesarios para mantener el interés informativo, con una agenda cuidada, con entrevistas y contactos de solvencia. Aznar, además, ha demostrado mantener una buena sintonía con el presidente Bush y ha mantenido su sólido y firme mensaje en la lucha contra el terrorismo en todo momento, como no podía ser de otra manera.

Todo había sido bien diseñado y bien pensado. Todo, menos una cosa: la entrevista del presidente Aznar en el programa de Larry King en la CNN, un espacio de entrevistas en horario de máxima audiencia. No sabemos de quién ha sido la genial idea, posiblemente nunca lo sabremos. Pero sí estamos seguros de que La Moncloa alardeó, en los días previos a la entrevista, de haber gestionado la participación de Aznar en el citado programa de la CNN. Sinceramente, el que haya tenido la brillante idea, lo único que ha conseguido es meter al presidente Aznar en la boca del lobo.

En un viaje que estaba transcurriendo dentro de la mas absoluta normalidad y sin polémicas; en esta ocasión, como en otras muchas, la polémica no ha venido de fuera, sino que ha sido provocada desde dentro. La presencia del presidente Aznar en la CNN no tiene desperdicio. Tuvo que esperar una hora y media hasta que dio inicio su intervención. Al final, Larry King le hacía una entrevista de trámite, con preguntas de carril, es decir, un cuestionario de compromiso. La entrevista se produjo al final del programa y no duró más de cinco minutos.

Desde luego, la idea de que el presidente Aznar acudiera a este programa ha sido una de las menos brillantes que hemos podido observar en los últimos meses en La Moncloa. ¿Qué necesidad tenía Aznar de meterse en este berenjenal? Y lo peor es que a nadie se le ha ocurrido que, a estas alturas de la película, no hacen falta estos números. Cada uno se tiene que mover en su entorno, en el territorio que controla y que le es conocido. No es necesario poner en juego de esta manera la proyección pública del presidente del Gobierno. La entrevista no era necesaria y se ha corrido un riesgo que estaba fuera de lugar. Al final el que queda mal es el presidente, y el “ideólogo” de la historia desaparece sin dejar rastro.

En el viaje de Aznar a Estados Unidos se ha cometido sólo un error, pero demasiado aparatoso. !Una pena!

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