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Ignacio Villa

Dos años de mayoría absoluta

Este martes se cumple el segundo aniversario de la mayoría absoluta del PP. Va a ser celebrado por todo lo alto con una Junta Directiva Nacional. Pero la efeméride nos deja como recuerdo que este segundo año de los populares ha sido el año de los trompicones y también el año del adiós de José María Aznar. El año en el que los populares se dieron cuenta de que son vulnerables políticamente y de que pueden tener problemas, como cualquier hijo de vecino. Todo esto tiene dos nombres propios: el “caso Gescartera” y la ya conocida como “la pifia de Marruecos”. Dos cuestiones bien diferentes y de distinto calado, pero que enmarcan a la perfección las carencias de este Gobierno.

El caso Gescartera, el primer escándalo de corrupción con un Gobierno del PP en el poder, tuvo entre los nervios y las cuerdas a todo el Ejecutivo. Sin reflejos, asustados por aquel “caiga quién caiga” los populares tardaron muchas semanas en reaccionar a un caso de corrupción que les cogió con el paso cambiado y pensando que a ellos nunca les llegaría esta posibilidad. Fue la caída desde el “quinto cielo” de todo un Gobierno que pensaba que con ellos no iba la guerra. Lo cierto es que el caso Gescartera se cerró mal, como se está viendo en estos últimos días, pero lo que no se ha podido borrar es la imagen de todo el Ejecutivo, asustado y arrinconado, mirando al presidente Aznar para saber cómo tenían que reaccionar. Una vez más, la inoperancia del PSOE, incapaz de elaborar una buena estrategia en la Comisión de Investigación parlamentaria, ayudó al PP a apagar el fuego, aunque todavía hay rescoldos encendidos. No todo está archivado.

Otra historia, otro trompicón más reciente, ha sido la “pifia” sobre el viaje de Felipe González a Marruecos. Es otra historia y tiene menor entidad que la corrupción de Gescartera, pero ha dejado en evidencia la política informativa del Gobierno. Una política fundamentada en la filtración y en el amiguismo que ha provocado unas semanas de tensión política en el Gobierno. Además de la defectuosa política informativa, ha puesto sobre la mesa la ausencia total de trabajo en equipo dentro del Ejecutivo y la imposibilidad manifiesta para reaccionar ante las polémicas. La “pifia” ha provocado la intervención del propio Aznar para apagar otro fuego que amenazaba la paz interna de su Gabinete. Esta historia parece también prácticamente cerrada, pero al igual que el caso Gescartera está mal cerrada, por lo que se puede esperar de todo.

Por último, este segundo año de mayoría absoluta nos deja el anuncio definitivo del adiós de Aznar, ejecutado durante el Congreso Nacional. Aznar explicó entonces que no hay motivos para la especulación, puesto que tiene decidido que después de las próximas generales desaparecerá de la primera línea de la política. Este anuncio del presidente Aznar ha abierto la carrera sucesoria. Por el momento todos permanecen quietos, sin moverse en sus puestos. Saben los candidatos que el presidente todavía no ha decidido nada y que por lo tanto aún hay tiempo para hacer méritos. De ahí la tranquilidad aparente, fundamentada en la tensión, que ahora mismo envuelve a los posibles aspirantes. Todos se sitúan, pero no quieren dar un paso antes de tiempo. Esta situación que ahora se sobrelleva, después del verano se puede hacer irrespirable puesto que entonces ya habrá comenzado la recta final sin posible rectificación.

Termina el segundo año de mayoría absoluta del PP convertido en el más duro y complicado desde que los populares han llegado al poder. Una dureza, reconocida por el propio Aznar en más de una ocasión, que sobre todo ha dejado al descubierto las carencias y los defectos del Ejecutivo, que ha podido salvar el pellejo parlamentario más por los errores del PSOE que por haber diseñado una estrategia adecuada. Y eso, en La Moncloa lo saben. Los golpes se han parado, pero lo han hecho tarde y mal. Será bueno que tomen nota para el futuro. Se supone que el PSOE no permanecerá para siempre en la desastrosa actitud en la que ahora mismo está inmerso. En política, los errores se terminan pagando.

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