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Ignacio Villa

El camino de la movilización social

El camino es largo. El terrorismo hay que combatirlo –explicaba José María Aznar el pasado sábado en Segovia– con el estado de derecho, la cooperación internacional, el apoyo a las Fuerzas de Seguridad y la alternativa política. Pero sobre todo con la movilización social. Y es que la movilización social es el gran fantasma para el nacionalismo vasco. Acostumbrados a administrar la política vasca, a manejar la opinión pública y a apropiarse de una cultura fabricada artificialmente, citar la movilización social es dar pie a la alternativa personal y a la disparidad de opiniones, algo que muchos de los actuales dirigentes no entienden.

Los hechos lo demuestran, primero insistieron una y otra vez en aniquilar el “espíritu de Ermua”, que nació e forma espontánea tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Después, tras el asesinato de Fernando Buesa, y el clamor popular pidiendo la dimisión de Ibarretxe, arremetieron de mala manera contra el resto de partidos democráticos. Ahora, después de una dura ofensiva etarra y una importante reacción policial, parecen estar más cerca de los violentos que del sentido común.

El PNV observa con terror la respuesta ciudadana a favor de la paz. Y es que con la movilización social no controlan la situación. Es situar el clamor popular diverso y distinto frente al pensamiento único.

Con la movilización social no se vence el terrorismo, se vence a los dirigentes nacionalistas que todavía piensan que el futuro del País Vasco no se puede diseñar sin ellos. La realidad es bien distinta, los ciudadanos saben lo que quieren, el tiempo está empezando a demostrarlo.

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