A estas alturas de la película, pocas cosas tenemos realmente claras sobre el proceso de la sucesión de José María Aznar. Aunque desde luego, nos queda una evidencia: el presidente del Gobierno no da puntada sin hilo.
Aznar ha aprovechado su paso por los Cursos de Verano de El Escorial para dar un "giro" en la carrera sucesoria, ha trastocado algunos conceptos que ya estaban más o menos asentados. Aprovechando que el jefe del Ejecutivo ha realizado su primera valoración pública sobre el Debate del Estado de la Nación, ha introducido el concepto de "concurso" a la hora de referirse a la elección de su sucesor.
En este contexto, José María Aznar, en primer lugar, reconocía que el citado Debate ha servido a Zapatero para fortalecer su liderazgo dentro del PSOE, advertía también que el actual secretario general del PSOE no ha sabido explicar un proyecto político, y concluía recordando que renunciar al centro es perder votos, ya que, de acuerdo con la experiencia, los giros bruscos a la izquierda son un error. Críticas a Zapatero que han servido de anuncio para realizar un anuncio que ha sonado a cierta despedida: "Yo no soy ya concursante, en su momento escogeremos a nuestro concursante para las elecciones generales, pero en estos momentos ya no concurso para nada".
Con esta afirmación, el presidente Aznar, entre bromas y veras, ha trastocado el proceso de la sucesión. El proceso, hasta ahora calificado como carrera, se convierte en un concurso con todo lo que eso significa. En los concursos, todos los participantes comienzan en las mismas condiciones y con las mismas posibilidades. Después, el tiempo, los errores y los aciertos van dejando en su lugar a aquellos que tengan más posibilidades. El ganador de un concurso depende casi directamente de los méritos personales y también de las equivocaciones.
Por cierto, hablando de sucesión, tomen nota de una historia que podría precipitar los acontecimientos. Aunque, por el momento, la fecha se mantiene oficialmente para el otoño del 2003, en la dirección del Partido Popular ha comenzado a barajarse la posibilidad de adelantar, para antes del verano del mismo año, la elección del candidato. Es decir justo después de las elecciones autonómicas y municipales, un adelanto que servirá para evitar semanas y semanas de especulaciones y quinielas que al final lo único que provocan es desgaste y más desgaste para el partido afectado. Y es que, en el Partido Popular, más de uno y más de dos reconocen que, después de las elecciones de 2003, el proceso va a ser ya inevitable y cuanto antes sea elegido el sucesor, menos tiempo se perderá para una campaña preelectoral corta e intensa. Así pues, recuperando lo dicho por Aznar, el concurso por la sucesión está servido.
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