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Ignacio Villa

El elegido

Con el paso de las semanas y de los meses, el asunto de la sucesión, lejos de difuminarse en el olvido, se ha convertido en el tema central de conversación en los pasillos del Partido Popular. Es algo inevitable, aunque desde los círculos monclovitas insistan en que "lo de la sucesión se ha convertido en una obsesión de los medios de comunicación".

A día de hoy, la situación, les guste o no les guste, es complicada. Los candidatos mejor situados están guardando las formas mientras que los del segundo y tercer nivel son quienes están poniendo las trampas y las piedras en el camino. Pero precisamente esa actitud de tranquilidad, de "nadar y guardar la ropa" que están exteriorizando los candidatos, se ha convertido en un problema para ellos mismos. Ese miedo a "quemarse" antes de tiempo les está impidiendo funcionar a plena capacidad, no se emplean a fondo y están perdiendo la agilidad política. El ejemplo más claro lo tenemos en el Portavoz. Mariano Rajoy, que inició la andadura en las nuevas funciones con soltura, ha comenzado a esconderse en sus funciones de Portavoz, dejando el protagonismo a otros miembros del Ejecutivo. El ejemplo de Rajoy es sólo una muestra de lo que está ocurriendo y que puede ser la principal razón por la que el Partido Popular está dando muestras de un cierto agarrotamiento, con una clara pérdida de la frescura y de la iniciativa. Lo ocurrido el pasado martes en el Pleno de los Presupuestos en el Congreso es la última entrega de una situación interna preocupante. Nadie se mueve fuera del guión, nadie quiere quedarse fuera de juego por una equivocación.

Con este panorama, en vísperas de una larga carrera electoral, ha comenzado a circular en los despachos donde se toman las decisiones en la calle Génova una idea que por días está cogiendo fuerza. ¿Y si hacemos un pacto entre todos?, se ha preguntado en voz alta algún "pez gordo" popular. ¿Y si cerramos ya todo tipo de polémicas apoyando desde ahora un nombre para la sucesión, aunque el calendario oficial se respete?. ¿Y si nos ponemos todos de acuerdo en los próximos meses para apoyar a un nombre de la lista, aunque la elección formal se realice en el próximo otoño?

El diagnóstico que se hace en algunos círculos populares es el siguiente. Primero se reconoce que no se puede aguantar sin candidato para las elecciones generales hasta el próximo año. En este sentido, se recuerda que el Partido Popular no tiene a estas alturas cartel electoral, mientras que el Partido Socialista ya esta trabajando con las miras puestas en Rodríguez Zapatero. Esta situación provoca, dicen ellos mismos, inestabilidad e inseguridad en el PP. Es por ello que el Gobierno no termina de remontar y, además, ofrece muestras de un cierto desconcierto cuando surgen planes fuera de lo previsto. En segundo lugar, se reconoce que la proclamación a los cuatro vientos de que el calendario para la elección del sucesor es intocable, impide adelantar las fechas oficiales con las que ellos mismos se han comprometido, puesto que se interpretaría como un gesto de miedo.

¿Solución?: "Nombremos al sucesor sin nombrarlo". Dicho de otra forma, que el presidente Aznar sugiera un nombre que reciba inmediatamente el apoyo de todos, aunque la confirmación oficial tenga lugar el próximo otoño. Por lo tanto, la oferta es clara: "Hagamos un pacto entre todos los candidatos. Designemos ‘oficiosamente’ al sucesor, todos los demás formaremos parte de su equipo. De esta forma se podrá presentar ante la sociedad que el ‘equipo de Aznar’ continua trabajando unido".

Los promotores de esta sugerencia tienen como intención matar dos pájaros de un tiro: por un lado, se trabaja desde ahora para un candidato, ofreciendo una clara imagen de unidad; por otro, desaparece el miedo a perder en las elecciones generales, una sensación que va en aumento por semanas.

En definitiva, esta propuesta, que cada día tiene más apoyos internos, pretende un único objetivo: cerrar la polémica de la sucesión y luchar contra el miedo a perder el poder.

Es más, alguno concluye, sin miedo: "Doce meses más en la dinámica actual es un auténtico suicidio político".

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