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Ignacio Villa

El especialista

Un día después de que la opinión pública conociera el robo de documentos en el despacho de Pedro Arriola, es momento para estudiar detenidamente la sucesión de declaraciones y negaciones que hemos escuchado de forma inconexa desde el Gobierno. Analizado ese "maremagnum" habrá que concluir que el robo realizado en las oficinas del principal asesor del presidente Aznar tiene mucha más relevancia de lo que se nos quiere hacer creer.

Para empezar, habrá que recordar que desde primera hora de la mañana, el Gobierno salió al paso de la historia para negar que en el robo existieron documentos que afectaran a la seguridad del Estado, pero junto a esa negativa se aceptaron dos cosas claves para aclarar lo sucedido: los ladrones que entraron eran unos auténticos especialistas que sabían lo que hacían, y entre los documentos robados había material sensible que afectaba al trabajo que Arriola hace para el Partido Popular.

Poco más tarde, distintos dirigentes del Partido Popular reconocían que entre los documentos robados podría existir una "macro-encuesta" encargada por el propio presidente Aznar sobre los sucesores. Ese trabajo demoscópico incluiría también algunos informes confidenciales sobre los citados candidatos. Esta historia fue cobrando fuerza, con el paso de las horas, puesto que era respaldada por algunos nombres de importancia en el organigrama popular. Mientras que desde las esferas oficiales del Gobierno tampoco se negaba, ya que estaban más pendientes de lo que difundía PRISA y el PSOE enzarzados en denunciar la posibilidad de que entre los papeles hubiera documentación oficial, sin querer darse cuenta de que en esta historia el problema era otro muy diferente.

Ya por la tarde, el Gobierno reaccionaba intentando desmontar el verdadero fondo del problema: la posibilidad de que entre lo robado existieran informes sobre los candidatos de la sucesión. El Ejecutivo reaccionaba, pero era ya tarde. En ese momento es cuando comienza a difundirse la "teoría", ya no creíble, de que el caso es un simple "robo veraniego" y que los "cacos", ahora ya "burdos", se han llevado unas plumas y unas cadenas de música. Y por sí había alguna duda, para cerrar este tortuoso camino de contradicciones del Gobierno, el Vicepresidente primero y Portavoz, tras el Consejo de Ministros, decía que el Ejecutivo no está preocupado, puesto que no hay motivos para preocuparse.

Desde luego, al paso que vamos en unos días será negado categóricamente el robo de documentos en el despacho de Pedro Arriola, y terminará todo siendo un invento de la prensa.
En fin, el Gobierno ha parado malamente la polémica pero, desde luego, no está cerrada. Sencillamente porque hay motivos para la preocupación. Que nadie se engañe, la historia sigue abierta. El tiempo sin duda lo confirmará. Y en este caso, bien lo sabe quien debe saberlo, no hay especulaciones informativas. Hay una realidad complicada y dura, que puede echar por tierra muchos paraísos artificiales. Dejémoslo aquí por hoy, pero seguro que volveremos a hablar de la cuestión, porque esto no es un simple "robo de verano". Películas, para el cine. ¡Por favor!

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