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Ignacio Villa

El fiasco del “efecto Zapatero”

La tormenta permanente en la que el Partido Socialista vive inmerso desde 1996, lejos de amainar se enfurece por momentos. El “estilo Zapatero”, que ha tenido un largo periodo de gracia, ha empezado a ser puesto en duda, sin tapujos, desde dentro de las filas socialistas. La crítica ya es pública, el malestar no se esconde y el desacuerdo nadie lo oculta. Rodríguez Zapatero no tiene carácter y, además, le ha faltado fortaleza –explican– para hacer una oposición más robusta y para poner orden de puertas adentro.

En el PSOE se han roto las formas. Hasta ahora han intentado recuperar la vieja disciplina que en otros tiempos les llevó a crear una imagen de orden y armonía interna. Durante el último año y medio, desde el interior se han perdonado muchas cosas al secretario general, se han tragado muchos sapos a la espera de una reacción, a la espera de un cambio de actitud. Pero lo cierto es que el tiempo pasa y el proyecto Zapatero está cada vez más desdibujado.

El verdadero problema interno que se está encontrado Zapatero son las recriminaciones que escucha ante su ausencia de empuje, de iniciativa y de valor para solucionar los problemas. El golpe de aire fresco que supuso su elección se está demostrando que fue un simple efecto, más cercano al fiasco que a la consistencia. Zapatero ha desaprovechado muchas oportunidades, ha despreciado muchos recovecos para demostrar su liderazgo, ha aparcado por miedos y respetos su posible capacidad de gestión. No ha sabido estar a la altura en los momentos complicados y también en las situaciones más fáciles. Ha sido incapaz de ejercer la autoridad del liderazgo cuando tenía que hacerlo y, como siempre, al final, se ha dejado llevar por las presiones de Felipe González y del Grupo Prisa.

Zapatero ha sido víctima de su propia estrategia. La política de “pactos”, el talante constructivo, la apuesta por el diálogo, el estilo abierto conformaban en un principio el decálogo de su proyecto. Pero se ha ido desmoronando por su incapacidad para poner orden en su partido, por el temor a enfrentarse a González y al Grupo Prisa, por la imposibilidad de articular un discurso y un mensaje coherente y constante. La crisis del PSE con la dimisión de Redondo Terreros, el funesto viaje a Marruecos, la falta de autoridad con los “barones” del PSOE, las alternativas “fantasmas” al Gobierno del PP, la mediocridad del equipo de dirección y la ausencia de voluntad para mantener un proyecto son algunos de los grandes errores de Rodríguez Zapatero desde que llegó a la secretaría general del PSOE.

Con este panorama llega Rodríguez Zapatero a un Comité Federal crucial para su trayectoria como líder socialista. La importancia de la cita tiene dos razones: por un lado, el anunciado cambio de ritmo en el trabajo de oposición; por otro, las críticas que Zapatero puede escuchar de algunos “notables” de su partido. El cambio de ritmo a la hora de enfrentarse al PP, anunciado desde círculos cercanos al secretario general, deberá ser analizado cuando lo conozcamos, lo que sí parece claro es que ese cambio viene determinado por las urgencias de González y por las exigencias de Prisa. Además, Rodríguez Zapatero va a escuchar en su propia cara las críticas a su carácter, a su blandenguería y a su desdibujado proyecto.

Será un trago poco agradable y es un simple ejemplo de lo que le espera al secretario general del PSOE desde ahora. Se le ha acabado el periodo de gracia. Ya no se van a guardar las formas. El “efecto” se ha acabado. Ahora se le va a pedir eficacia y trabajo duro de oposición. Muchos hablan del final de Zapatero. Ya le queda poco margen para la reacción.

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