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Ignacio Villa

El gran circo de Madrid

El circo ha comenzado. El gran circo de la Asamblea de Madrid ha iniciado, este jueves, su función estelar con la comisión de investigación por la crisis creada por los diputados Tamayo y Sáez. Un circo montado a todo tren y alentado, sin freno, desde las filas socialistas.

Sinceramente: ¡lamentable! ¿El qué?, todo es lamentable. Pero muy especialmente el espectáculo que la clase política madrileña esta ofreciendo desde hace tiempo con este culebrón que se prolonga durante más de mes y medio, y que está dejando por los suelos la credibilidad de las Instituciones en una Comunidad Autónoma como la madrileña, de un corto itinerario político. Al paso que vamos, el interrogante que comienza a sacudir en los centros de estrategia de los partidos, no es saber quién ganará en otoño en una repetición inevitable de las elecciones; la gran cuestión, a estas alturas, es discernir el porcentaje de ciudadanos que se pueden acercar a votar en unos nuevos comicios. Un porcentaje, que a este paso, podría estar bajo mínimos.

Con la carpa instalada y las taquillas abiertas, sigue siendo difícil entender cual es la estrategia del Partido Socialista y más concretamente de Rafael Simancas. En una huida hacia adelante, una huida desesperada y descontrolada, el máximo responsable de la FSM se cierra una puerta detrás de la siguiente. Incluso, dejando de lado los poco afortunados ejemplos mitineros del señor candidato, Simancas se encuentra imbuido en un estilo de afrontar la crisis de difícil explicación política. Cada hora que se consume, cada día que pasa, la actitud de Simancas sólo se podría entender como un intento compulsivo por desviar la atención sobre escándalos –por el momento sólo intuidos– en el socialismo madrileño, escándalos que podrían sobrepasar las imaginaciones más activas. Sólo si tiene que ocultar algo muy gordo, que ahora se nos escapa, se puede explicar la inexplicable gestión de la crisis por parte de Simancas. Pero ciertamente, quiera ocultar poco o mucho, la desafortunada manera de afrontar la citada crisis por parte del actual secretario general de la FSM, hace necesario que desde la calle Ferraz se le busque urgentemente un retiro confortable.

Es más, después de escuchar en esta primera jornada, interminable jornada por cierto, a Eduardo Tamayo se entiende todavía menos. Conociendo como conocen desde hace años a Eduardo Tamayo en la FSM y en la dirección federal: ¿Qué objetivo tiene "carearse" en una comisión de investigación con este killer de la política? ¿Qué beneficios políticos puede sacar el PSOE exponiéndose a que Tamayo saque a la luz pública kilos y kilos de trapos sucios, desde tiempo inmemorial? ¿Quién articula las estrategias socialistas en esta crisis en la que todo indica que van a salir generosamente trasquilados? ¿Qué tendencia al "masoquismo político" hay en la Federación Socialista Madrileña, donde parecen "encantados" de que Tamayo les eche en cara todos los trapicheos y repartos de poder pensables e impensables?

En fin, estamos ante un auténtico dechado de despropósitos políticos. El mensaje que la ciudadanía está traduciendo de la crisis de Madrid, tiene dos referencias: incredulidad por lo ocurrido y descreimiento de la clase política. Por el bien de todos, que el espectáculo termine cuanto antes, que unas nuevas elecciones dejen a cada uno en sus sitio, volviendo cuanto antes a la normalidad democrática. Y por cierto, de paso, un buen número de políticos madrileños deberían acogerse a una jubilación anticipada, en aras del interés general.

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