José Bono nunca defrauda. Y, desde luego, si algo parece claro es que Rodríguez Zapatero debe estar viéndose muy necesitado en lo que a votos se refiere y muy obsesionado con la derrota como para recuperar a Bono otorgándole un papel estelar en las próximas elecciones generales. Porque Bono es un peligro. Lo es para el adversario político, pero también para los de su propia casa. No sabe callarse, habla más de la cuenta y, cuando lo hace, siempre es con alguna intención.
El que fuera ministro de Defensa ha dicho este martes que Rodríguez Zapatero no tiene intención de presentarse como candidato a la presidencia del Gobierno en una tercera legislatura. Un desliz que, minutos más tarde, intentaba corregir al ser consciente de la que acababa de montar, aduciendo que era una mera intuición suya. Pero Bono ha sido muy claro: Zapatero no repetirá una tercera legislatura. Una confidencia que, por el tono que ha empleado el político manchego, le había hecho en persona el propio presidente del Gobierno.
¿Lo ha hecho intencionadamente? ¿Ha sido un error de cálculo? Bono nunca hace nada por casualidad. Todo lo que dice lo tiene calculado al milímetro. No tiene despistes. Y si hay algo claro es que Bono no le ha perdonado a Zapatero la forma en que salió del Gobierno. Desde entonces le pasa siempre factura en todo lo que hace. Ya lo hizo con la alcaldía de Madrid, provocando un terremoto en el PSOE madrileño, y ahora vuelve a decir aquello de "aquí estoy yo" con este guiño sobre el futuro de Zapatero.
El entendimiento entre Bono y Zapatero es imposible. El presidente intenta paralizar al manchego, y éste engañar al presidente. Un constante juego de manos entre uno y el otro que siempre termina en desastre. Ahora, con esta historia sobre el futuro de Zapatero, la polémica vuelve a estar servida.
