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Ignacio Villa

El peligro está en casa

Apenas unos días antes de la huelga, el desánimo cunde en las cercanías del Gobierno y del Partido Popular. No lo admiten públicamente, pero en los pasillos del poder nadie lo oculta en privado. Partiendo de la base de que es una convocatoria política, incitada por el PSOE y aprovechada por los sindicatos para amortiguar sus propias crisis internas, reconocen que el resultado del “partido” del 20-J se está poniendo en peligro a causa de los errores propios, las omisiones y el miedo de muchos a quemarse en la batalla. Advierten que es muy posible que España no se pare, pero quizá habrá que llegar al “gol de oro” para saber quién gana en el marcador.

Aceptan que en esta historia hay dos personas que han dado la cara. Se trata del presidente Aznar y del secretario general del PP, Javier Arenas. Asimismo, también se han implicado los ministros de Trabajo y Fomento, Aparicio y Cascos, pero muy por debajo de la beligerancia de su Jefe. Del resto, esporádicas apariciones y poco rastro. En concreto, los que reciben las críticas más duras desde dentro del Gobierno y del partido son Rajoy, Rato y Cabanillas. Los errores que más se destacan en estos tres ministros son la falta de coordinación política, la ausencia de una estrategia clara de comunicación, las disfunciones entre los Ministerios y el miedo a quedar herido en el envite. Añaden que el problema no es lo que se ha hecho, sino lo que no se ha hecho. Aznar o Arenas han podido estar más o menos afortunados, pero permanecen al pie del cañón. Otros, en cambio, están “desaparecidos en combate”.

En este mismo capitulo también se encuentran los presidentes autonómicos del PP. En La Moncloa no se esconde el llamativo enfado con respecto a los tres más importantes: Eduardo Zaplana, Alberto Ruiz Gallardón y Juan Vicente Herrera, que han preferido mirar hacia otro lado. Son muchos los que se lamentan: “si se hubiera articulado un frente común entre los presidentes autonómicos, otro gallo nos cantaría”, dicen. Pero de nuevo el talón de Aquiles está en la falta de coordinación política.

Al margen del resultado de la huelga, de puertas adentro puede quedar algún herido por el camino. El jueves, es posible que más de un “aspirante”se refugie en su escondite. Y cuando los políticos desaparecen en las grandes batallas, ellos mismos se están retratando. En esto de la política, las omisiones son errores que también hay que calibrar. Dar la cara es peligroso, pero también es más rentable.

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