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Ignacio Villa

El presidente y el portavoz

En este tira y afloja entre unos y otros nos falta por saber si estamos asistiendo a un reparto de papeles o, por el contrario, a un enfrentamiento entre el presidente y el portavoz

¡Qué poquito tiempo ha pasado! Demasiada sinceridad para ser verdad. El lunes el presidente Zapatero anunció que quería declarar ante la Comisión del 11 de marzo y pretendía que nos creyéramos que su presencia estaba decidida desde el principio. Vale. No han hecho falta ni 24 horas para que tanta "maravilla democrática" se viniera abajo. Ha sido Alfredo Pérez Rubalcaba el que se ha encargado de bajar el tono de esa presencia de Zapatero. Por si alguien se hubiera hecho alguna ilusión, el portavoz socialista en el Congreso ha dicho que el Jefe del Ejecutivo irá al Congreso a hablar de los “fallos detectados”, pero de poco más.
 
Ha pasado lo esperado y lo previsible con esta gente. Primero, dan el golpe de efecto y luego rebajan considerablemente lo dicho. Primero, Zapatero anuncia que quiere declarar por “convicciones democráticas” y luego Rubalcaba matiza que el presidente explicará los fallos. En este tira y afloja entre unos y otros nos falta por saber si estamos asistiendo a un reparto de papeles o, por el contrario, a un enfrentamiento entre el presidente y el portavoz. Y es que Rubalcaba sabe que si Zapatero sale mal parado de la Comisión, su futuro corre serio peligro.
 
La intervención de Zapatero será la que, según el formato y los contenidos, nos indique realmente cuál es la verdadera situación. Pero desde este momento habrá que dejar muy claro que el presidente del Gobierno no debe de centrar su intervención ante el Congreso en palabras bonitas, en proyectos irrealizables o en versos más o menos esbozados. Zapatero en el Congreso tendrá que explicar, por encima de todo, cuatro cosas: primero, enumerar con nombres y apellidos a los periodistas con los que habló en los días posteriores a los atentados; segundo, aclarar qué hizo el día de reflexión mientras Rubalcaba lo rompía públicamente; tercero, confesar qué grado de conocimiento tenía de las manifestaciones convocadas delante de las sedes del PP; y, por último, el presidente del Gobierno tendrá que dar cuenta del uso político que el PSOE hizo aquellos días del atentado del 11 de marzo.
 
Zapatero acudirá a la Comisión del 11 de marzo para cerrar, por lo que inicialmente parte con ventaja. Pero el presidente y los suyos no pueden ser tan ingenuos pensando que con un golpe de efecto van a amortiguar la historia. Para salir vivo de la Comisión hay que presentarse con coherencia, y de eso se sabe poco en Moncloa.

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