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Ignacio Villa

El PSOE, como en Gescartera

A estas alturas de la historia, ya nadie duda de que el desastre del Prestige ha abierto sin duda un boquete importante en la gestión del Gobierno del Partido Popular. Incluso un boquete con repercusiones electorales difíciles de calcular. Es más, el Partido Popular, el Gobierno, y muy especialmente su presidente, han quedado marcados por su lenta capacidad de reacción, su prepotencia y su tozudez al negar la realidad. En fin, todo esto y mucho más.

Pero dicho esto, ¡seamos serios! No es momento para entrar en una guerra de días y horas, de números vacíos y de chiquilladas. El Gobierno se merece una crítica, pero una crítica sólida y de fondo, una crítica clara y constructiva; lo que no tiene sentido es que esa crítica se construya desde el infantilismo y la estupidez, una crítica que lo único que consigue es precisamente desenfocar el fondo de un problema político de enorme envergadura.

El Partido Socialista y su habitual "grupo mediático" están de nuevo equivocando el tino y el objetivo. Como ya les ha pasado en otras ocasiones, como ya les pasó en el caso "Gescartera", se ofuscan de forma incomprensible en cuestiones secundarias o en "batallitas personales" descuidando el trabajo serio y la crítica dirigida a la raíz de los problemas. Ahora, con la polémica del Prestige, un mes después del accidente, parecen dispuestos otra vez a entrar en una dinámica secundaria, como si la cuestión principal estuviera ya agotada. Al final, vuelven a tropezar en la misma piedra. Queman rápidamente, de forma inexperta, los principales argumentos políticos de crítica y de oposición, y en cambio, se entretienen en "juegos" de poca entidad e incluso anecdóticos.

Cuando tenemos en puertas una tercera marea negra; con el fuel ya de lleno en las playas de Asturias, Cantabria y País Vasco; con claros problemas de coordinación en el Ejecutivo; con un presidente del Gobierno que todavía no se ha "dignado" a visitar Galicia; con un evidente deterioro en las relaciones internas del PP; con tres o cuatro ministros "quemados" por su ineficacia; con un Gobierno que ha reconocido sus errores, pero que no tiene la más remota idea de cómo afrontar lo que se les viene encima; con una lamentable política informativa en la Presidencia del Gobierno; con un largo etcétera de errores, reincidencias y torpezas, los socialistas sólo tienen la ocurrencia de intentar "pillar" al Vicepresidente Rajoy en un renuncio de fechas, muy discutible por cierto, puesto que en su reciente comparecencia ante la Comisión parlamentaria, Rajoy sí que ofreció el dato exacto. Es cierto que el Gobierno no debe mentir, no puede mentir y si lo hace, estaría cavando su propia fosa. Pero en estos momentos, con los datos de que se dispone, esto parece, desde todo punto de vista, una cuestión menor en un entramado de profunda crisis política.

El PSOE y el Grupo Prisa deberían ser conscientes que incluso desde un enfoque estratégico, estos enredos no sólo no hacen daño al Gobierno, sino que le aportan una bocanada de oxígeno. El desastre del Prestige es una cuestión de tales dimensiones que no hay espacio para el enredo. Se puede criticar, pero como personas maduras. ¡Seamos serios, por favor!

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