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Ignacio Villa

El silencio de la resignación

Los nervios y los sudores en la dirección del PP están dejando paso paulatinamente a una cierta resignación. Durante estos últimos días han analizado todos los matices de la situación y han estudiado todos los escenarios posibles en el Congreso. En la dirección del PP han caído en la cuenta de que Álvarez Cascos ya ha conseguido el objetivo que se había marcado. El impacto mediático lo ha alcanzado con creces. Ahora, el aparato deberá administrar lo mejor posible la derrota.

Es decir, el actual ministro de Fomento pretendía poner su sello al Congreso y eso ya es irreversible. Luchar contra eso sería un error. En este sentido, reconocen en el partido que fue una equivocación que los ponentes de Estatutos salieran en tromba a responder a Cascos. Hubiera sido más prudente, dicen ahora, esperar al Congreso. La “batalla mediática” sólo puede beneficiar –matizan– al enmendante, que puede hacer creer a otros compromisarios que sus propuestas tienen más fuerza de la que realmente tienen. Plantarle cara a Álvarez Cascos –añaden– es ceder terreno a una iniciativa que no debería tener más que un apoyo testimonial.

Esta estrategia, que es la que está cobrando un mayor peso entre la dirección del partido, esta basada en un dato: las votaciones en comisión son a mano alzada, es decir son públicas, por lo tanto más de uno que pudiera apoyar a Cascos no lo hará por miedo a que su carrera política se termine estrepitosamente. Es por ello que en el PP cada vez son más los que apuestan por un pre-Congreso tranquilo, sin polémicas. Insisten en que Cascos no pasará de un puñado de apoyos que serán ahogados en medio de unos días de entusiasmo general.

El otro capítulo que más temen en el PP es la amplificación que en los medios de comunicación pueda recibir la iniciativa de Cascos. En la dirección de Génova-13 son conscientes de que todos los grandes “atractivos” del cónclave han sido desvelados y que se han quemado ya todos los ganchos que se podían ofrecer a los medios de comunicación. Por lo tanto, se trabaja en la búsqueda de una fórmula fiable para encauzar este peligro real. En el aparato saben que la votación pública se puede controlar, pero no los pasillos, los corrillos y, sobre todo, las historias anónimas que pueden marcar la información durante esos días. En Génova-13 recuerdan con insistencia que “a los periodistas hay que tenerlos ocupados” para que no sean peligrosos. Y por el momento, el único “entretenimiento” real son las propuestas de Cascos. “Necesitamos –dicen– alguna sorpresa para equilibrar la balanza”.

Así pues, la fórmula por la que el PP apuesta a día de hoy tiene dos componentes: silenciar la polémica a la espera del Congreso y entonces romper el paso con alguna sorpresa. Ese es el guión. Ya veremos si se puede mantener.

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