Menú
Ignacio Villa

El submarino "amarillo"

La comparecencia pública en el Palacio de la Moncloa del presidente del gobierno español, José María Aznar, y el primer ministro británico, Tony Blair, ha sido la primera ocasión que se ha dado para que los dos gobiernos intentaran ofrecer una explicación sobre lo que está ocurriendo a propósito del "Tireless".

Una explicación algo tardía, algo genérica y, sobre todo, sin más concreción que la mínimamente necesaria para salir del paso.

La primera cuestión es que la avería que sufre el submarino es más grave que lo sugerido hasta el momento. Aznar y Blair han reconocido que el "Tireless" estará en Gibraltar hasta el mes de marzo. Además, también se desprende de lo dicho por ambos que el gobierno británico se opone, por el momento, a que los técnicos españoles puedan acceder al submarino. El primer ministro británico ha reconocido que es difícil y peligroso trasladar el "Tireless" hasta el Reino Unido.

Aznar y Blair han intentado trasladar un mensaje de tranquilidad, han insistido en la trascendencia de su reunión. Se han comprometido a que, la próxima semana, se reunirá una comisión mixta de técnicos de los dos países. Ambos afirman que la información ha sido fluida entre los dos gobiernos.

El caso del submarino "amarillo" -como lo ha bautizado Aznar, bromeando con algo que parece serio- tiene todos los caracteres de ser un caso más complicado de lo que ha trascendido por el momento. La falta de claridad lo ha oscurecido todo y esta reacción tardía de los dos gobiernos sirve para, simplemente, parar el golpe de mala manera. El más mínimo accidente puede disparar una cuestión algo más que polémica.

Hablamos de una avería de la que no se conocen sus dimensiones con exactitud. El submarino "amarillo" es, en este caso, algo más que una canción. Puede ser una negligencia de importancia. Sólo se pide algo básico, exigible por la sociedad española: transparencia.

En Opinión