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Ignacio Villa

El terrorismo ya no tiene traducción

La solidez y la consistencia de la intervención del presidente Aznar ante el Parlamento Europeo vuelve a recordarnos lo importante que es hablar claro sobre la lucha contra el terrorismo. El Jefe del Ejecutivo supo mezclar con buen tino el reconocimiento y el agradecimiento a las instituciones europeas por los pasos dados en los últimos meses en la Unión, pese a que es necesario un mayor compromiso en la puesta en marcha de los últimos acuerdos en esta materia. Fue un claro llamamiento para que la "Eurorden" sea una realidad lo antes posible. A nadie se le oculta que una de las claves para que las buenas intenciones de los Quince tengan un reflejo de eficacia es que este mecanismo entre en vigor en la fecha prevista, sin que las excusas políticas o constitucionales provoquen un retraso más allá de 2004.

El presidente Aznar ha recordado que la situación internacional ha cambiado y que, por lo tanto, es necesario un mayor compromiso de todos. Aznar ha enunciado varias cuestiones imprescindibles para esta lucha, pero entre ellas destacan dos por encima de las demás: la cooperación de todas las Fuerzas de Seguridad europeas y el bloqueo contundente de todas las fuentes de financiación de los terroristas. Un planteamiento que se presenta con un claro objetivo: el final definitivo de los "santuarios" para los terroristas en Europa. Ese ha sido el más importante mensaje del presidente del Gobierno a los parlamentarios europeos, puesto que la pervivencia de esos pequeños "cotos" es uno de los grandes peligros que todavía aparecen en el horizonte.

A estas alturas de la historia nos conocemos todos. Y aunque nadie en la Europa comunitaria se puede atrever ya a no condenar el terrorismo en todas su formas y maneras, sí se puede caer en la tentación de mirar hacia otra parte. Existe todavía el peligro de que algunos gobiernos que alardean de trayectorias impecablemente democráticas intenten refugiarse en una aplicación "poco exigente" de los acuerdos antiterroristas. De esta manera, sutil y perversa, puede surgir una actitud –que no sería nueva– de condenar por un lado el terrorismo y por otro permitir que los terroristas encuentren escondites y asideros en muchos lugares de la Europa comunitaria. Francia, Bélgica y Portugal son tres claros ejemplos, bien cercanos, de lo dicho anteriormente.

Aznar ha recordado a todos que la colaboración es imprescindible, pero hay que trabajar con seriedad para que desaparezcan para siempre los santuarios de los terroristas. Y es que la batalla continúa. Una vez que Europa está de acuerdo en los cimientos, ahora hay que evitar que aparezcan excusas, sin fundamento, que desemboquen en excepciones que sirvan de tapaderas a los terroristas. Es evidente que existen países en Europa que han vivido cómodamente, dejando la puerta abierta de su territorio para que los terroristas se puedan mover con tranquilidad, con la condición de "no molestarse mutuamente".

En todo caso, las cosas son como son y los avances que se han realizado estos últimos meses eran impensables no hace mucho. Es por ello que ETA y su entorno político dan claras muestras de nerviosismo. La patética intervención del único eurodiputado que Batasuna tiene en el Parlamento Europeo es la muestra más clara de este desconcierto. La cobertura internacional de la que han dispuesto durante años está llegando a su fin. La vieja reivindicación, realizada ante el presidente Aznar, de que el conflicto vasco es un problema político suena a un propuesta apolillada y ridícula. La petición de soluciones políticas a cambio del miedo, de los asesinatos y de la extorsión son una triste burla a la sociedad vasca que quiere vivir en paz. El representante de Batasuna en Europa se ha colocado en el lugar que le corresponde: en el frente del terror. Y en ese escenario –entre la paranoia y el infantilismo– para no hablar en castellano, ha hablado en inglés, pero sus difíciles construcciones incluso han puesto en dificultades a la traductora oficial, que intentaba darle un sentido coherente a las palabras del eurodiputado batasuno. Y es que con toda seguridad, más allá de la sintaxis, el discurso del brazo político del terrorismo se ha quedado sin sentido; por eso sen hace imposible entenderlo y mucho menos traducirlo.

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